Millones de hombres la toman. Desde su salida al mercado, la Viagra ha permitido que puedan mantener relaciones sexuales satisfactorias tras sufrir disfunción eréctil. Normal que mucha gente la conozca como la pastilla ‘milagrosa’ que ha salvado miles de parejas que no pasaban por su mejor momento, sexualmente hablando. Pero como toda pastilla, tiene unas consecuencias en el organismo de aquel que la toma, por lo que no se debe consumir a la ligera. Es un fármaco más que debe tomarse con responsabilidad y bajo la supervisión de un especialista que previamente haya valorado que es un buen tratamiento para tu caso.
Más de 20 años después de su salida al mercado, parece que no hay competidor que se le resista a la Viagra, un medicamento compuesto de sildenafilo, que ayuda a aquellos hombres con disfunción eréctil a los que mantener la erección les es prácticamente imposible. Gracias a la ciencia, hoy en día existe la Viagra y otras muchas pastillas muy similares a ella que, tras su consumo, provocan una dilatación de los vasos sanguíneos haciendo que el flujo de sangre del pene aumente cuando el hombre se excita sexualmente, provocando una erección duradera y de calidad.
Su uso es muy sencillo y práctico debido a que se consume de forma oral entre 30 minutos y tres horas antes de mantener relaciones sexuales. Los expertos suelen recomendar el tratamiento con dosis de 25 o 50 miligramos, aunque si con esto no se consiguen resultados, se puede elevar la cantidad diaria a 100 miligramos, pero en ningún caso tomar más eso en un solo día.
Al contrario de lo que puedes creer, la Viagra no está hecha para cualquiera. Hay una serie de contraindicaciones que tu especialista valorará para saber si este es un buen tratamiento para ti o no. Por ello, en principio este método contra la disfunción eréctil no estaría recomendado para aquellos hombres que padecen alteraciones en la presión arterial, presentan problemas renales o tienen enfermedades relacionadas con el corazón.
Además, se deben tener en cuenta los posibles efectos secundarios que pueden producirse tras su consumo y que, dependiendo de su grado de afección, podrían llevar a tu especialista a suspender el tratamiento. Entre ellos el más frecuente es el dolor de cabeza, mientras que en menor medida los hombres también pueden tener trastornos digestivos, así como náuseas, o incluso notar como la visión pasa a ser borrosa en uno o ambos ojos.
El consumo de la Viagra se debe hacer con agua, evitando hacerlo con otro tipo de bebida y sin que se haya comido demasiado, puesto que el alcohol y altos contenidos en grasa pueden hacer que la absorción del sildenafilo por parte del organismo se ralentice y, por tanto, no se consiga el efecto que se espera de este fármaco.
Por ello, es desaconsejable tomarla cuando se vuelve de una cena con amigos en las que se ha tomado alguna copa de más o se ha salido de fiesta y se han consumido altas cantidades de alcohol. Y si el consumo de alcohol no es una buena opción, mezclarlo con drogas mucho menos, dado que la combinación de las tres sustancias podrían acarrear graves consecuencias, como problemas cardíacos. La Viagra no deja de ser un fármaco más, por lo que se debe hacer un uso responsable para que sus efectos no sean contrarios a los que realmente deseas.
La Viagra debe tomarse siempre bajo prescripción médica y con las recomendaciones que tu especialista ha precisado para que consigas que su efecto sea satisfactorio. Su consumo será eficaz siempre que se cumplan las indicaciones, así que para una mayor seguridad, no bebas alcohol ni antes ni después de haber tomado Viagra.