Intolerancias alimentarias: ¿cuál es el mejor modo de detectarlas?
En torno al 3% de la población adulta le han diagnosticado una alergia alimentaria, un porcentaje mayor si hablamos de cualquier tipo de intolerancia
Para entender bien las diferencias y cómo actuar a tiempo, hablamos con Diego Sánchez Muñoz, especialista del aparato digestivo
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La palabra intolerancia llegó a nuestra vida hace unos años y parece que cada vez afecta a una parte mayor de la población. Sin embargo, existe bastante confusión entre alergias e intolerancias, ni siquiera es lo mismo un celiaco que una persona con intolerancia al gluten. En torno al 3% de la población adulta le han diagnosticado una alergia alimentaria, un porcentaje mayor si hablamos de cualquier tipo de intolerancia. Para entender bien las diferencias y cómo detectarlas a tiempo, antes de que nos destrocen el estómago o vayan a peor, hablamos con Diego Sánchez Muñoz, especialista del aparato digestivo, director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo.
En primer lugar, qué es una intolerancia alimentaria y por qué se produce.
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Una intolerancia alimentaria ocurre cuando la ingesta de un alimento o grupo de ellos produce una serie de sintomatología que se puede presentar clínicamente de forma muy variada. El origen de estas intolerancias no está bien conocido. Si bien existen individuos que genéticamente están predispuestos a padecer este tipo de trastornos porque no producen ciertas enzimas, lo cierto es que la mayoría de los casos se suele dar a lo largo de la vida de forma inesperada, asociado a diversos factores que no solo tienen que ver con la alimentación, sino con alteraciones en el equilibrio de la microbiota intestinal, infecciones, toma de antibióticos, fenómenos hormonales y estrés, entre los mejor conocidos.
¿Qué diferencia hay entre intolerancias y alergias?
Aunque en muchas ocasiones los síntomas se puedan confundir, el mecanismo de producción de las alergias alimentarias es totalmente diferente al de las intolerancias. Así, la alergia alimentaria se produce cuando un agente externo (en este caso, un alimento concreto), desencadena una reacción inmunológica mediada por una inmunoglobulina que se llama IgE. Este es el mismo mecanismo que ocurre en otras reacciones alérgicas, como por ejemplo, la picadura de una avispa. No obstante, la mayoría de pacientes con alergias alimentarias no desarrolla respuestas alérgicas globales, y no es frecuente, aunque evidentemente puede ocurrir y es potencialmente peligroso, que aparezcan reacciones alérgicas con asfixia, edema de piel y mucosas, y en estos casos necesita tratamiento y atención inmediatos.
Lo habitual es que el paciente se presente con sintomatología local a nivel digestivo de características inespecíficas, como gases, hinchazón, o cambios en el hábito intestinal. Estos síntomas son los que vemos también en pacientes con intolerancias alimentarias. Por tanto, la historia clínica dirigida y la analítica con marcadores específicos frente a IgE de alimentos concretos serán los que nos ayuden a orientar el diagnóstico de alergia alimentaria. También tenemos que tener en cuenta que las alergias alimentarias son bastante menos frecuentes que las intolerancias alimentarias.
¿Cuáles son las intolerancias más comunes?
Las grandes intolerancias son, sin duda, las provocadas por azúcares complejos, siendo las más frecuentes y conocidas la intolerancia a lactosa, que es un azúcar presente en la leche (aunque en muchos otros productos alimenticios también), la intolerancia a fructosa y/o sorbitol, presente en muchas frutas, verduras y golosinas, entre otros, y también a otros azúcares menos comunes como la sacarosa.
Un caso que en los últimos años viene tomando relevancia clínica es la intolerancia al gluten. El gluten es una proteína presente en ciertos cereales (fundamentalmente trigo, pero también cebada, avena y centeno) que en ciertas personas predispuestas genéticamente desarrollan una reacción inmune a nivel intestinal que puede desencadenar en la aparición de la Enfermedad Celiaca. Sin embargo, cada vez existen más pacientes que presentan sintomatología digestiva en el contexto de ingesta de gluten.
Es importante diferenciar entre Enfermedad Celiaca e intolerancia al gluten, ya que el paciente con Enfermedad Celiaca debe seguir una dieta estricta sin gluten a lo largo de su vida para no desencadenar estas respuestas inmunológicas que a la larga pueden desembocar en problemas de salud importantes, mientras que el paciente con intolerancia al gluten solamente debe reducir su ingesta para minimizar la aparición de síntomas, sin que esté demostrado que en estos pacientes la ingesta de gluten prolongada pueda provocar problemas importantes de salud.
Por último, tenemos una serie de intolerancias químicas, relacionadas con la histamina, la enzima DAO y otros mediadores, que en ciertos pacientes pueden producir sintomatología. En estos casos, no está bien estudiado el verdadero papel de estos compuestos en la producción de estas intolerancias y los métodos diagnósticos usados, en general, no están bien estandarizados ni existe criterio científico unánime respecto a su rol en la producción de intolerancias alimentarias, con lo que es un campo a investigar en los años venideros.
¿Cómo podemos saber realmente si es una intolerancia u otro tipo de problema?
Diferenciar entre alergias e intolerancias alimentarias puede ser difícil, debido a que muchas veces el paciente no cuenta una relación con un alimento concreto, sino que refiere síntomas más globales. Si los síntomas se desencadenan o empeoran después de las comidas, es probable que se trate de alguno de estos fenómenos y ahí tendremos que dirigir nuestro estudio. Las alergias alimentarias se diagnostican con una analítica de sangre, buscando IgE específicas frente a alimentos concretos. No obstante, la tasa de falsos negativos no es desdeñable en estos casos.
Las intolerancias a azúcares como la lactosa, fructosa, sacarosa o sorbitol, entre otras, se diagnostican mediante pruebas de aliento, en las que tras la administración de una cantidad determinada del azúcar que queremos estudiar, se realizan varias determinaciones que miden el Hidrógeno en aire espirado, formando una curva que es patológica si supera unos valores determinados a lo largo del estudio, con lo cual los resultados son inmediatos. No hay que olvidar que muchos pacientes que presentan intolerancia a azúcares tienen también sobrecrecimiento bacteriano, por lo que debemos sospechar esta entidad y diagnosticarla en casos que así lo sugieran.
¿Qué tipo de solución suelen tener?
Afortunadamente, las intolerancias alimentarias suelen tener una solución fácil y altamente eficaz, y consiste básicamente en reducir el contenido que se ingiere de estos alimentos. En el caso de la Enfermedad Celiaca hay que ser más estrictos, y realizar una dieta estricta sin gluten durante toda la vida, evitando también contaminaciones cruzadas y otros productos no alimenticios que pudieran contener gluten, como fármacos o productos de higiene personal, entre otros.
En el caso de las intolerancias a azúcares, la reducción en la dieta de estos hace que los síntomas se reduzcan al máximo, ya que estos son dependientes de la dosis de ese azúcar que se ingiera, y esta dosis es muy individual entre personas. El problema es la amplia distribución de estos azúcares en los alimentos que consumimos, ya que en muchas ocasiones se utilizan como estabilizadores o potenciadores de sabor de forma oculta, con lo cual, al final del día la dosis de esos azúcares que ingerimos es mucho mayor de la que creemos haber comido.
¿Tienen que ver las intolerancias con el tipo de alimentación que podamos tener. Si comemos mucha 'comida basura', por ejemplo, podemos desarrollar algún tipo de rechazo alimentario como consecuencia?
Evidentemente esto es así. La “comida basura” es uno de los alimentos que contienen mayor cantidad de productos “ocultos” en su composición, y muchos de estos son azúcares complejos como la lactosa o la sacarosa. También, al ser de peor calidad, provocan alteraciones en la flora intestinal que puede dirigir al desarrollo de intolerancias alimentarias. Un ejemplo lo tenemos en el pan. En general, la calidad del pan que comemos habitualmente ha ido disminuyendo con los años, y esto es porque se le añaden ingredientes para potenciar el sabor y aumentar la durabilidad del producto que nada tiene que ver con la composición del pan artesanal.
Puedes darnos algunos consejos para evitar, si es que está en nuestra mano, ciertas intolerancia
Como siempre, la virtud está en el término medio. Es fundamental llevar una alimentación equilibrada, basada en productos frescos, evitando alimentos procesados o comida rápida. En nuestro entorno tenemos la suerte de poder disfrutar de la dieta mediterránea, que es muy variada, muy rica y además, muy sabrosa.