Hay una serie de productos que no suelen faltar en nuestras despensas o neveras, como puede ser la leche, el arroz o los yogures. Estos últimos se han convertido en un imprescindible de muchas familias gracias a la cantidad de sabores que ofrecen. Unos los prefieren naturales y otros con el sabor de alguna fruta, pero la verdadera división está entre los que tiran el líquido que se forma por encima de su superficie y los que lo mezclan con el yogur y para dentro. ¿Cuál es la mejor opción?
Cuando le quitamos la tapa al yogur es frecuente encontrarnos con algo de agua que es normal que esté ahí porque se va formando con el tiempo y no porque esté en mal estado. Lo hace principalmente por el movimiento del transporte, ya que influye la temperatura o el tiempo de fermentación. Eso sí, los expertos señalan que cuanto más fresco sea el producto, menos agua tendrá.
Ese líquido hasta tiene su propio nombre: suero proteico. Por eso mismo, aunque sean muchos los que se deshacen de esta parte antes de meter la cuchara, no se debería tirar porque trae beneficios para nuestro organismo y en él hay, entre otros componentes, proteínas o minerales.
Para aquellos a los que les resulta desagradable hay un truco simple, antes de comerse el yogur basta con removerlo todo bien hasta que no haya resto de ese líquido, solo un yogur homogéneo y así se añaden a las proteínas y los minerales del resto del yogur. Otra forma de unificarlo todo es, antes de abrir la tapa, agitarlo para que ya esté todo unificado al comerlo.
Por tanto, el suero proteico del yogur no supone ningún tipo de problema y tampoco es un dato significativo de su mal estado o de que esté caducado. Sí que tendríamos que ponernos en alerta y quizá no tomar el producto si vemos que el líquido presenta burbujas o algo de moho. De resto, el yogur estará en perfecto estado para meter la cuchara y disfrutarlo