Hunza, la dieta sin apenas proteínas para vivir mejor más tiempo
Los hunza viven en un valle a 2.400 metros de altura rodeado de los montes del Himalaya, una región de Cachemira controlada por Pakistán
Lo más destacado de este estilo nutricional es su baja cantidad de proteínas y grasas
Si analizamos esta dieta y la trasladamos al modo de vida occidental, resulta insuficiente, por lo que habría que enriquecerla con otros macronutrientes
Cada vez van siendo más conocidas las 'islas azules', aquellos lugares del mundo donde la longevidad es mayor. En Extremo Oriente, la isla japonesa de Okinawa es uno de esos santuarios. Pero, en el mismo continente, al norte de Pakistán, una pequeña población sorprende por la edad de sus miembros: se trata de los hunza. Esta etnia vive en un valle a 2.400 metros de altura rodeado de los montes del Himalaya, una región de Cachemira controlada por el país asiático. Los hunza ya llamaron la atención de los británicos cuando controlaban India, en el siglo XIX, tanto por la ausencia de enfermedad de sus gentes como por la frecuencia de centenarios.
Desde entonces, su dieta se ha examinado de manera pormenorizada. Al igual que en localidades cercanas, los hunza practican actividad física constante -cada día tienen que caminar varios kilómetros por terrenos escarpados- y se dan baños en agua helada, favoreciendo la homeostasis o quema de grasas. La única diferencia respecto a sus vecinos era la dieta, rica en hidratos, algo sorprendente para los estándares de hoy.
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¿En qué consiste esta dieta?
Lo más destacado de este estilo nutricional es la baja cantidad de proteínas que consume el pueblo hunza. Se trata de una dieta esencialmente vegetariana en la que solo se consume carne en celebraciones; por tanto, el aporte de proteínas en su consumo diario es muy bajo. De las 1.900 calorías que consumen al día, apenas 50 gramos son proteínas y más de 360 gramos son carbohidratos. La grasa también era algo residual en su ingesta diaria.
En cuanto a ingredientes, mayoritariamente consumen verduras y hortalizas, fundamentalmente verdes, y frutas de temporada. En los meses de calor, las comen en crudo para aprovechar todos sus utrientes. Durante el frío, prefieren los albaricoques secos, el maíz, las zanahorias y las patatas asadas con piel, junto con queso de oveja y granos germinados. Enriquecen sus comidas con granos enteros y agua procedente del glaciar. Como es lógico, sus cosechas sólo cuentan con abonos naturales y las cantidades de comida que ingieren son escasas, ya que dependen totalmente de cómo se den las cosechas. Por ello, es frecuente que tengan que racionar la comida y pasen por periodos de ayuno, otra herramienta que cuenta con adeptos en al campo de la longevidad.
¿Cómo podemos adaptarla?
Si analizamos esta dieta y la trasladamos al modo de vida occidental, resulta insuficiente. Siguiendo los criterios de la Organización Mundial de la Salud, es necesario equilibrar las cantidades de macronutrientes, además de contar con una buena ración de vitaminas y minerales. Aunque la dieta Hunza es buena por lo que aporta de vegetales, carece de proteínas y grasas de buena calidad, y se excede en cuanto a hidratos.
En este sentido, se podría adaptar la dieta Hunza eliminando cualquier rastro de azúcar añadido de nuestra dieta, el conservante más utilizado en los ultraprocesados, desconocidos en las regiones más inhóspitas del Himalaya. Podemos enriquecer esta dieta asociada a la longevidad aumentando la ingesta de grasas y proteínas para darle a nuestro cuerpo todos los nutrientes que necesita. Carnes magras, pescado azul y huevos serían los complementos ideales de esta dieta.