Si hay algo que no suele faltar en las despensas españolas son las patatas. Gracias a su versatilidad se pueden preparar de diferentes maneras, unas más sanas que otras, que permiten que acompañen cualquier plato que cocines. Eso sí, siempre hay que fijarse bien en qué variedad compramos, pues cada una es ideal para un tipo de preparación concreto, ya sean fritas, cocidas o al horno, además de saber conservarlas, pues de lo contrario les pueden salir brotes. Y está en tu mano evitar que eso ocurra.
Los brotes de la patata pueden cambiar su sabor, pero si el brote es pequeño no hay por qué tirarlas, sino eliminarlo y cocinarlas, pero si el brote es más grande y su superficie está llena, lo mejor es tirarla. Ahora bien, debes saber cómo almacenarlas para que no aparezcan esos brotes sobre su piel.
Nunca hay que ponerlas junto a las cebollas, algo muy común, pues propicia un aceleramiento en su germinación, algo similar a lo que ocurre con las naranjas o el brócoli. Sin embargo, frutas como los plátanos, manzanas o peras pueden hacer que se ralentice el proceso.
Lo ideal es mantener las patatas en recipientes que permitan la circulación del aire, para lo que es ideal una caja de madera o bolsas de tela, evitando recipientes o bolsas de plástico que impiden que corra el aire, colocando en sus bases papel de periódico, lo que permite que se evite también la humedad, que las ablandará, así que mejor guardarlas en lugares secos.
Además, hay que tener en cuenta que las patatas deben guardarse en espacios oscuros que van a prevenir esa germinación, intentando que siempre se mantenga a una temperatura ambiente en lugares secos, entre los 7 y los 11 grados, evitando refrigerarlas y los sitios fríos y húmedos.
Todo ello no solo va a impedir, o retrasar, que las patatas comiencen a germinar, sino que tampoco cogerán ese sabor amargo incómodo al paladar ni el color verdoso que suelen presentar cuando salen los brotes y que puede ser un síntoma de que contiene tóxicos. Las patatas son una base esencial de la gastronomía española, por lo que saber conservarlas en casa no solo aumentará su vida útil hasta que las cocinemos, sino que cuando las hagamos su sabor será impecable (y delicioso). Ya sabes, ya no tienes escusa para que salgan brotes en tu despensa.