¿Y si la clave es la dieta atlántica y no la mediterránea?
La dieta atlántica es la que se sigue en Galicia, Cantabria y País Vasco
Apuesta por ingredientes base de nuestra huerta y nuestros mares
No está recomendada para personas con el colesterol alto
La dieta mediterránea a nivel mundial. Es saludable y equilibrada, tanto es así que la Unesco la declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la petición recibida por parte de España, Grecia, Italia y Marruecos, que son los países donde predomina. Sin embargo, dentro de nuestras fronteras, hay otra pauta que se sigue, sobre todo, en Galicia, Cantabria y País Vasco. Se trata de la dieta atlántica, hermana de la anteriormente mencionada y que favorece la prevención de enfermedades cardiovasculares. Te contamos en qué consiste y en qué se diferencia de la que tradicionalmente hemos seguido en este país.
Qué sí y qué no
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La dieta atlántica apuesta por ingredientes base de nuestra huerta y nuestros mares. La materia prima que la componen constituye una importante fuente de nutrientes indispensables para el organismo como vitaminas, minerales o ácidos grasos omega 3 y 6. Los métodos utilizados en la elaboración de los platos persiguen un cocinado lo más natural posible, controlando el exceso de grasas y la cocción en exceso.
El pescado. Se recomienda su consumo entre tres y cuatro veces a la semana ya que son la base de las proteínas necesarias para el buen funcionamiento del metabolismo. En cuanto a las carnes, en esta dieta se recomienda reducir su consumo e intentar que sean magras y sin excesos de grasa.
Las verduras principales deben ser los pimientos, cebollas, zanahorias, guisantes y ajos, en cuanto a las hortalizas, priorizaremos el repollo, las berzas, los grelos y las nabizas. Tanto unas como otras serán guarniciones o platos principales, indistintamente. En lo que respecta a las frutas, hay que variar la ingesta y dar preferencia a manzanas
El consumo de hidratos de carbono presente en los cereales es ligeramente menor que en el patrón mediterráneo y se aconseja tomarlos siempre integrales, de liberación lenta y complejos. Las legumbres y las patatas cocidas también están incluidas, pero al igual que anteriormente, en cantidades más pequeñas. El aceite de oliva sigue siendo la grasa principal y se emplea para condimentar y aliñar las comidas.
Este patrón da muchísima importancia al consumo diario de productos lácteos ya que los considera una fuente principal de proteínas de alto valor biológico, minerales y vitaminas. Además, se recomienda la ingesta abundante de líquidos, prioritariamente agua.
Diferencias principales con la mediterránea
La diferencia fundamental entre estos dos patrones de alimentación que, como habrás visto, son muy parecidos, reside en que disminuye notablemente el porcentaje de carbohidratos para dar más protagonismo al consumo de proteína de alta calidad. Otra patita interesante es que se consume más carne roja, pero se hace en menor proporción ya que el pescado y el marisco son protagonistas. También los lácteos fermentados están más presentes y las patatas solo se pueden consumir cocidas o al vapor.
Pese a que se trata de una dieta muy equilibrada, "teniendo en cuenta que una de las indicaciones es la ingesta de mariscos, hemos de destacar que su consumo puede resultar perjudicial para los pacientes con colesterol alto", recalcan desde la Fundación Española del Corazón.