Primero días después de Semana Santa. Qué cuesta arriba se hacen. Las jornadas de asueto han quedado atrás y con ellas el tiempo de torrijas, de copas y comilonas. Además de la depresión que supone en sí volver a la rutina, la báscula no perdona y, seguramente, si te has subido esta mañana, las noticias no han hecho más que empeorar. Si este es tu caso y estás pensando en ponerte a plan, cuidado con la elección. ¿Has escuchado alguna vez la frase de que 'hacer dieta, engorda'? Hablamos con Miguel Ángel Lurueña, autor del libro 'Que no te líen con la comida', para que nos explique por qué los nutricionistas utilizan esta expresión.
La impaciencia. Es uno de los mayores enemigos para la pérdida de peso. Con el cielo soleado y la subida de temperaturas, a partir del mes de abril todos tendemos a tener mucha prisa para bajar los kilos de más que hemos escondido bajo abrigos y pantalones largos. Sin embargo, esto no puede ser una excusa para recurrir a dietas milagro gracias a las que subiremos de peso tras ellas, a la misma velocidad que hemos bajado durante su realización.
"Entre los profesionales de la dietética decimos que las dietas engordan refiriéndonos a estas especialmente restrictivas, que propician una rápida pérdida de peso y que son muy difíciles de mantener en el tiempo. Hablamos de ejemplos como la dieta de la piña o de la sandía. Es evidente que bajas kilos, de la misma manera que si dejas de comer, no tienen sentido”, explica el experto.
El problema de estas pautas es que durante su realización el cuerpo se hace ahorrador y es lo que genera el famoso efecto rebote. "Como no le estamos dando energía, pues cambia su forma de funcionar, se pone a ahorrar, y cuando volvemos a alimentarnos como lo hacíamos antes, dentro de la normalidad, ganaremos peso mucho más rápido porque nuestro organismo se asustará y no querrá que le vuelva a pasar. Y no volveremos al mismo peso, tendremos, además, una propina. A esto debemos sumar otro problema: la pérdida de masa muscular".
Por todo esto, los nutricionistas nos piden que desterremos el concepto 'dieta', que está asociado a algo que haces durante un periodo concreto de tiempo y con un fin determinado. "Lo que debemos conseguir son hábitos saludables capaces de mantener a largo plazo. El peso no debe ser una meta, sino una consecuencia derivada de este estilo de vida. Sin embargo, es un objetivo complicado, sobre todo en personas que llevan años alimentándose mal y, por eso, se debe recurrir siempre a ayuda experta", pide el autor.
Otra de las expresiones que Lurueña nos pide olvidar es la de 'comer bien es comer de todo'. Esto, hace unos años, tenía sentido. Cuando la alimentación era totalmente natural y los ultraprocesados no copaban los pasillos del supermercado. "Hace 30 o 40 años no tanta había oferta de alimentos insanos y hacía referencia a tomar verduras, hortalizas, legumbres, carnes, pescados. Ahora no se puede utilizar, imagínate, un poco de cruasán, un poco de bocadillo de chorizo… no es una recomendación saludable. Pero la gente se sigue agarrando a ella como un clavo ardiendo", comenta entre risas.
En momentos en los que la pérdida de peso se convierte en una prioridad en nuestra vida porque la culpa por los excesos nos corroe tendemos a reducir nuestras cenas a la mínima expresión y optamos solo por un yogurt natural o por una pieza de fruta. Sin embargo, este puede tener un efecto totalmente contraproducente en el organismo. El hecho de cenar poco viene derivado del mito de que por la noche las calorías no se queman, pero al final del día, lo que dicen los estudios es que lo importante es el cómputo general de calorías, que se produzca un déficit si queremos bajar de peso.