La fruta, mejor antes de comer. ¿Cuántas veces has oído esa afirmación carente de sentido? No se dice porque engorde menos, ni quiera es una recomendación que a día de hoy se siga haciendo, pero bien es cierto que hace año los dietistas sí que marcaban esta pauta. No es por lo que crees. La fruta no tiene ningún tipo de reloj interno el cual detecta qué hora es y actúa de una forma u otra en nuestro estómago. Recurrimos a Luis Alberto Zamora y Alberto Herrera, autores del libro 'Comer es fácil si sabes cómo' para que nos ayuden a desmontar el mito de la fruta y los horarios, uno de los más extendidos en el mundo de la nutrición.
Debemos partir de la base de que ni las frutas ni ningún otro alimento engorda más ni sienta peor por comerlo a una u otra hora del día. Esta idea se ha utilizado para crear rutinas y hábitos en determinadas dietas milagro muy extendidas y de ahí que haya nacido el bulo. "Parece que a la fruta le hemos metido un chip que lleva un reloj y una célula fotovoltaica con la que es capaz de detectar a la hora que te la comes. El estómago es mucho más sencillo que todo esto, es una minipimer gigante. A todo lo que comes el estómago echa ácido y si se va moviendo hasta que se genera una papilla de la que se absorben los nutrientes", explica Herrera.
Para ponerte un ejemplo práctico, ¿cuándo haces un puré de calabacín, importa que eches antes o después la patata? Al triturarlo, el orden dará igual y en nuestro organismo pasa exactamente igual. "Hace muchísimo tiempo, los endocrinos hacían la recomendación de comerla antes de los platos principales para que la sensación saciedad fuese mayor y así ingerir menos cantidad del resto de alimentos. Esa es la única razón, pero con el tiempo el mensaje se ha ido pervirtiendo", apunta Luis Zamora.
Sean las ocho de la mañana, las seis de la tarde o las diez de la noche la fruta tiene exactamente las mismas calorías y se digiere de igual manera por nuestro organismo. Un plátano, por ejemplo, siempre va a tener 85 kcal y no fermenta de diferente forma en nuestro estómago después de cierta hora. Lo mismo ocurre con la manzana, la naranja o cualquier otra pieza. "El tema de la fermentación es científicamente imposible. El estómago es muy ácido y durante la digestión gran parte de las bacterias, virus y levaduras mueren, por lo tanto, no son capaces de fermentar nada. De hecho, las que no mueren se dedican a causarnos diarreas más que a fermentar la fruta”.
La única recomendación verdadera que hay entorno a este alimento es el número de raciones que se deben tomar al día y la importancia de estas en nuestro organismo. "Lo que debemos asegurarnos de hacer es comer, al menos, cinco raciones de fruta y verdura diaria. Y digo al menos porque si se toman seis, siete, ocho o nuevo incluso mejor. Lo que decimos los nutricionistas es que precisamente de fruta y verdura se puede comer toda la que tú quieras. A veces perdemos el norte de tal manera que pensamos que otra pieza de fruta no, pero un zumo détox va a ser mucho mejor y no. Lo mejor es comer piezas enteras", explica Zamora.
Al exprimir, batir o licuar una fruta se liberan los azúcares que hay dentro del alimento y, por lo tanto, su comportamiento en nuestro cuerpo cambia incluso si nos la estamos tomando con toda la pulpa. Lo que generan estos azúcares liberados es un pico de glucosa en sangre que estimula la segregación de insulina, la creación de reservas de grasa corporal y una sensación de hambre poco después de tomarlos, en cuanto se produce la bajada de los niveles de esta glucosa en sangre.
"Aunque los zumos o licuados pueden formar parte de una alimentación sana, no sustituyen, en ningún caso, el consumo de fruta fresca entera. Siempre que rompamos la estructura en la que viene envuelto el azúcar dentro de los alimentos, este se empezará a comportar como azúcar libre o añadido y este es uno de los grandes errores que rodean a la alimentación saludable. Pensamos que nos estamos cuidando, que lo estamos haciendo bien y realmente no es así", concluye Herrera.