Seguro que en los últimos años has oído hablar de personas tóxicas, sobre todo si pasas parte de tu tiempo navegando en internet, pero ¿sabes realmente qué son y cómo identificar a una?
Las personas tóxicas son aquellas que, aun sin tener mal fondo, sacan lo peor de nosotros mismos. Se tratan de sujetos que por su personalidad, conductas y maneras afectan negativamente a las personas que les rodean, minando su confianza, energía y felicidad y aumentando sus niveles de estrés, tensión o ansiedad, entre otros.
Este tipo de personas pueden aparecer en cualquier contexto y círculo social. Podemos encontrarlas en el trabajo, en un grupo de compañeros, de amigos o incluso en la propia familia, aunque muchas veces ni siquiera somos conscientes de la toxicidad que desprenden. Para ayudarte a identificar a este tipo de personas, os traemos varias señales con las que podemos detectar a sujetos potencialmente tóxicos. Toma nota.
La mayoría de las personas tóxicas tienen un carácter victimista y son incapaces de asumir la culpa. A sus ojos, todas sus malas vivencias y experiencias son consecuencia de las acciones de otra persona, ya que ellos no tienen culpa de nada. Nunca. Bajo ningún concepto. Y si te dicen que les has hecho daño, probablemente utilicen un tono muy condescendiente para que te sientas culpable.
Al igual que nunca tienen culpa de nada, las personas tóxicas siempre tienen que tener razón, y necesitan que otros admitan que, efectivamente, la tienen. Cualquier debate con este tipo de individuos corre el riesgo de convertirse en una discusión, que siempre deben ganar. Y no, no se cansan de discutir.
Las personas tóxicas suelen regodearse en sus experiencias negativas para llamar la atención. Les encanta hablar de sus malas vivencias, de sus desgracias y su mala suerte, y a veces pueden llegar a exagerarlo todo con tal de conseguir un poco más de casito. También son extremadamente quejicas.
Las personas tóxicas evitarán cualquier tema de conversación o pregunta incómoda. Son muy manipuladoras, controladoras y suelen mentir y retorcer la realidad para tapar sus errores y no reconocer sus fallos. Además, son cautelosos con sus respuestas, como si ocultaran algo. Cosa que, por cierto, es probable que hagan.
Las personas tóxicas disfrutan manipulando y creando situaciones incómodas desde las sombras. Les encantan los rumores y chismorreos, que utilizan para dañar la reputación de los demás y elevar la suya propia. Disfrutan discutiendo y siempre tienen algo que criticar de los demás.
Las personas tóxicas suelen tener dos caras. Si una persona les interesa, serán agradables, halagadores y, en definitiva, un auténtico encanto. Pero cuando una persona ya no les interesa, su forma de ser cambia completamente, revelando una cara mucho menos amable. Si crees que alguien de tu círculo te trata con una simpatía que no muestra con nadie más, ándate con ojo: tal vez no sea el gran amigo que crees.
El egocentrismo es otra de las grandes “red flags” en las que debemos fijarnos para identificar a una persona tóxica. Y es que, evidentemente, si alguien es incapaz de admitir su culpa y cree tener siempre la razón, no cabe duda de que tiene un pequeño problema de ego. Este tipo de individuos piensan siempre en sí mismos y consideran que están un peldaño por encima del resto. No dudarán en pedirte ayuda y favores, y no creas que te los devolverán, porque no lo harán. Creen ser el protagonista del mundo, y que todo debe girar a su alrededor.
Las personas tóxicas no suelen alegrarse por los logros de los demás, ni siquiera por los de sus seres queridos. Además de egocéntricos, estos individuos son extremadamente envidiosos, por lo que siempre encontrarán algo para reducir los éxitos que haya conseguido otra persona. Y si lo estás pasando mal, tampoco tendrán palabras de ánimo para consolarte. De hecho, lo más probable es que metan el dedo en la herida para que sufras aún más por tus errores.