Las playas nudistas, el vestuario del gimnasio, el probador de una tienda de bañadores e incluso la consulta de ciertos especialistas implican la desnudez absoluta. Lugares como estos generan rechazo en algunas personas por el hecho de tener que quitarse hasta la última prenda. En Uppers nos preguntamos por qué sentimos vergüenza de que nos vean desnudos. Incluso quedarse en bañador en una piscina delante de amigos, de la pareja o de la propia familia puede suponer una experiencia horrible.
Resulta que el miedo a la desnudez es un tipo de fobia conocida como deshabiliofobia, una “respuesta a un temor irracional y desproporcionado a las diversas situaciones en las que el individuo se debe quitar la ropa delante de los demás”. Esa respuesta se refleja con un alto nivel de ansiedad, interfiere en una conducta sexual normal y, en ciertos casos, el que la padece se imagina que alguien le observa si se desnuda. La deshabiliofobia se suma a otros miedos desmedidos, como a las alturas, al dentista, a las arañas, a montar en avión...
En principio, este tipo de fobia lo puede provocar el hecho de haber sufrido una experiencia desagradable y traumática en la infancia, en los casos más extremos, un abuso sexual o quedar en shock tras presenciar un acto horrible. Si ese trauma no se trató en su momento todo aquello ligado con la desnudez incluyendo los espacios donde es indispensable provoca rechazo y acaba desarrollándose la deshabiliofobia.
El desencadenamiento de ese miedo también depende del nivel de autoestima porque la tendencia será compararse físicamente, pero desde un punto de vista negativo, con otras personas. Con ello puede llegar a aterrorizar la posibilidad de ser juzgado o criticado al encontrarse desnudo frente a otros. A ello se añade la falta de tacto o la insensibilidad de algunas personas a la hora de criticar o juzgar sin medida sobre todo en la etapa escolar.
Tampoco es necesario que haya tenido lugar una experiencia traumática, la misma sociedad, la publicidad, las redes sociales con sus filtros, con sus cánones de belleza y los prejuicios generan ese miedo a la desnudez. Una persona con un criterio de sí misma no muy positivo y una baja autoestima puede provocar de igual forma deshabiliofobia, porque ve imposible alcanzar esos niveles que ve a diario allí donde mira en un post, en un anuncio, en una serie... Es cuando además se forja pensamientos distorsionados del entorno y se siente juzgada y amenazada continuamente. Su miedo aumenta y se protege en exceso como un escudo llegando la fobia.
Otro condicionante que se suma a la situación es que la persona afectada acaba reduciendo su círculo social o se aísla. Ya no es capaz de participar en planes que incluyen compartir un baño, un vestuario o entornos que impliquen desnudarse a la hora de viajar, ir a la playa, pasar una tarde en la piscina o ir a entrenar al gimnasio. Se complica más todavía cuando aquel que sufre deshabiliofobia tiene pareja; intimar y mantener relaciones íntimas se convierte en una tortura debido a que serían instantes de máxima exposición. Por tanto, no solo se merman sus relaciones sociales, sino también las más afectivas y las sexuales.
Como sucede con muchas otras fobias, son miedos tratables por un profesional. Lo importante es ser consciente de ese miedo extremo y solicitar la ayuda de los expertos con los que es posible aprender a manejar esas situaciones, enseña técnicas de exposición en esos momentos concretos donde es necesario estar desnudo, ayuda a practicar técnicas de relajación para superar el trauma o trabaja con el fin de aumentar la autoestima.