Pese a que la salud mental se ha normalizado totalmente en nuestra sociedad, tomar la decisión de ir al psicólogo no siempre es sencillo. Todos tenemos días mejores y otros peores, en los que las preocupaciones ganan terreno. Estos altibajos son normales necesarios para correcto funcionamiento de nuestro cerebro. El problema surge cuando ese malestar se mantiene de forma constante y se vuelve un problema crónico. Pero ¿dónde está exactamente esa línea?
Los expertos de TherapyChat aseguran que “si los síntomas que estamos experimentando se prolongan en el tiempo al menos durante dos semanas consecutivas y crecen en intensidad, de tal forma que empieza a aparecer una incapacidad a la hora de realizar tareas de nuestra vida cotidiana, deberíamos empezar a preocuparnos”. Aunque el cuidado del bienestar emocional ha ganado peso en la sociedad, sigue sin tratarse como una prioridad y nos resulta muy difícil reconocer que estamos pasando por un periodo complicado y necesitamos ayuda porque pensamos que nos hace parecer débiles. De la mano de los psicólogos de la plataforma, te contamos cuáles son las demás señales de alerta que indican que debes ir a terapia de inmediato.
Tener cambios bruscos en el estado de ánimo y un carácter especialmente irritable son señales de que algo no va bien. nos hacen sentir que las emociones nos desbordan y no podemos controlarlas y esto es, ni más ni menos, que una forma de canalizar la frustración al no entender lo que nos pasa en la mente. “Hay que prestar especial atención a emociones como tristeza, enfado, desgana o ansiedad, sobre todo si son intensas y mantenidas en el tiempo. Es importante darse cuenta de que el malestar emocional nos quiere decir algo y hay un mensaje que necesita ser atendido detrás”.
Otro signo claro son los problemas en las relaciones personales, que suelen verse afectadas ya sea por la sensación de apatía, la tendencia al aislamiento social que nos impedirá hacer planes o la incapacidad de disfrutar de ellos como antes. “Es importante resaltar que este cambio en el comportamiento suele darse de manera brusca poco usual y no debe estar asociado a rasgos de personalidad ni a acontecimientos externos como una enfermedad”.
Las alteraciones en el sueño y en la alimentación son otras de las áreas más afectadas y uno de los principales indicadores de que algo no va bien. Tardar mucho en dormirse o desvelarnos con mayor facilidad son reflejos de preocupaciones constantes que nos impiden relajarnos. Lo mismo ocurre con la alimentación, que suele ser una de las principales estrategias para canalizar las emociones. “Se puede dar el caso de que dejemos de comer debido a un gran estado de nerviosismo o, por el contrario, que comamos en exceso o consumamos más hidratos y azúcares que es lo que se conoce como hambre emocional”.
La salud física y mental también van de la mano, por lo que la alteración de una de ellas suele tener repercusiones en la otra. el problema es que en muchas ocasiones. aunque los síntomas físicos pueden ser grandes indicadores, tardan mucho en manifestarse. “Los más comunes son dolor de cabeza, tensión muscular, dolor estomacal, cansancio fatiga física y mental e, incluso, erupciones por todo el cuerpo”.