Hacer algo a toda prisa sin ser conscientes de lo que estamos haciendo. Ver una película pensando en las tareas del día siguiente o de lo que tenías que haber dejado preparado. Estar en una celebración familiar sin participar realmente, echando la vista al móvil. ¿Te suena? Seguramente, nos suena a todos. Estos pequeños gestos y muchos otros que te vendrán a la cabeza son la prueba de una desconexión vital que nos impide disfrutar de los momentos. No solo eso. Nos predisponen a algo mucho más importante: el abandono de nuestro interior. Sin conocernos y sin cuidarnos, no hay felicidad posible. Pero siempre estamos a tiempo de reorientar la brújula interior que pueda volver a conectarnos. La mentora y terapeuta persona y de pareja Almudena Sos nos explica cómo.
¿Qué es vivir desconectado?
Vivir en piloto automático. Sin sentir. Lo malo es que te limitas a pasar por la vida y a sobrevivir.
Como experta, ¿recuerdas algún caso concreto de vivir desconectado?
Un músico con el que estuve trabajando me decía que usaba las drogas para conectarse. Aumentaba su creatividad. Yo le dije: "Si crees que eso es conectarte, prueba a dejar las drogas y verás lo que es la verdadera conexión". Por supuesto, dejó las drogas, pero no porque yo se lo dijese sino porque no le quedó otro remedio. Aprendió a hacer todo sin sustancias. Aprendió, sobre todo, a conectarse y a estar bien consigo mismo.
Recuerdo una conversación con él, tras todo el proceso, en la que me decía: "La vida es una auténtica montaña rusa cuando estás 100 % presente; yo buscaba emociones fuertes, creatividad… y estaba dormido… Ahora, que no me drogo, ni me evado de ninguna manera, sí puedo decir que vivo la vida intensamente".
¿Qué implica vivir desconectados de nosotros mismos?
La mayoría de nosotros vivimos desconectados, de otras personas y de nosotros mismos. No lo hacemos por voluntad propia. Ocurre inconscientemente. Y la mayoría de la gente ni lo sabe. Pero vive mal, sus relaciones, con los demás, consigo mismo.
¿Estar desconectados puede responder a algún motivo?
En primer lugar, la desconexión es una solución de supervivencia. Nos desconectamos cuando lo que vivimos es demasiado fuerte y doloroso para afrontarlo. La mayoría de las veces no tenemos recursos y, por ese motivo, nos desconectamos, para no sentir. Generalmente, no lo hacemos por voluntad propia, sino porque te cansas de sufrir y ves que no se te arreglan las cosas.
Cuando logramos reconectar, ¿qué beneficios logramos?
Cuando consigues conectarte contigo y con los demás, te garantizo que nunca más querrás vivir desconectado. Lo malo es que hay personas que no conocen esa realidad nunca porque hay que atreverse a dar el paso.
Como experta, Almudena Sos nos propone una serie de estrategias para que podamos volver a orientar nuestra brújula interior hacia el territorio del bienestar. Aunque hay varias maneras de lograr esa reconexión, Sos recomienda seis que logran el máximo impacto.
A veces es una decisión, un cambio en tu vida que debes afrontar y no te atreves a hacerlo. Habla con personas que te puedan ayudar. El poner tus pensamientos y sentimientos en palabras le dan forma a agujeros negros que están dirigiendo tu vida.
Es importante tener momentos que sean solo para uno mismo. Y, si puede ser, en esos momentos haz cosas físicas, cocinar, limpiar la casa… Eso es como una meditación. Aprendes a estar contigo y a pasar momentos muy placenteros en tu propia compañía. Te va a ayudar mucho a conectarte.
Simplemente, haz algo. Una de las formas top que usamos para desconectarnos es a través del pensamiento. Si estás, por ejemplo, en una cena de amigos, deja de juzgar, de pensar en lo que estarán pensando de ti, y vive la cena, escucha la conversación, participa en ella, saborea los sabores de los alimentos. Vive, en lugar de pensar que vives.
Desarrollar actividades que den estructura a tu vida tiene efectos muy positivos. No te desanimes, si las rutinas no salen a la primera. Lograr interiorizar algo lleva su tiempo. Lo importante es que no tires la toalla. Y si lo necesitas, comprométete con alguien para obligarte.
Afrontar situaciones para las cuales no te sientes preparado forma parte del día a día. Nadie nacemos enseñados y no tenemos que saber de todo. A veces se trata de aprender a pedir ayuda a la persona adecuada.
¿A cuánta gente conocemos a la que no vemos disfrutar con nada? Normalmente, son personas que están anticipando acciones del futuro o rumiando lo que ha ocurrido en el pasado. Ambos actos son hábitos que impiden la conexión con el presente. El reto es vivir enfocado a cada momento, sin presiones por el pasado o el futuro. Atrévete a permanecer y vivir lo que estés viviendo intensamente.