La mayor parte de la sociedad se empeña en cuidar su imagen, el exterior, en el parecer más joven que la edad que marca nuestro DNI. Sin embargo, además de cuidar y mimar la fachada, no hay que olvidarse del interior, de la salud de nuestro organismo y de la salud mental. De nada sirve estar espléndido por fuera si el interior no está correctamente cuidado. Eso sí, el envejecimiento, por mucho que se quiera frenar, va a estar ahí, por eso lo ideal es cumplir años estando sanos e intentando prevenir cualquier patología, también las que afectan a nuestras capacidades cognitivas.
Que nuestra cabeza y mente se mantengan mientras cumplimos años es uno de los objetivos de muchas personas que, si hay algo que temen, es la posible pérdida de memoria en la vejez. Sobre ello ha hablado el neurólogo de 81años Richard Restak en un artículo en CNBC, señalando que, descuidar la salud del cerebro puede hacer que la persona tenga más opciones de padecer una enfermedad cerebral degenerativa como el alzhéimer o cualquier otra demencia. Por eso mismo, destaca siete recomendaciones que él mismo sigue para llegar a la vejez con el cerebro en forma.
“Se puede aprender mucho de obras de no ficción, pero a veces están organizados de manera que permiten pasar por alto algunos aspectos”, comenta Restak. Sin embargo, señala que la ficción nos ayuda a ejercitar la memoria, “ya que avanzas de principio a fin y retienes una variedad de detalles, personajes y tramas”. Además, también explica que a lo largo de sus años de profesión ha detectado que las personas con demencia temprana muestran como uno de los primeros signos de la enfermedad el dejar de leer novelas.
Visitar museos y observar las obras que más nos llaman la atención nos pueden ayudar a mejorar nuestra mente si estudiamos minuciosamente los detalles y luego los recuerdas y los describes sin mirar el cuadro. Luego lo vuelves a mirar y te fijas en aquellos detalles que te has saltado o has obviado.
El neurólogo señala como varios estudios han confirmado que las siestas pueden compensar la falta de sueño por las noches, pero que tampoco debe ser demasiado larga. “Las siestas que duran entre 30 minutos y una hora y media aumentan el recuerdo posterior de la información codificada antes de la siesta”, destaca.
En las reuniones de amigos también se puede entrenar la mente, por ejemplo, con juegos de preguntas entre las personas intentando retener la esa información. Otros juegos mentales que nombra y que vienen a las mil maravillas son, por ejemplo, el ajedrez, que nos obliga a evaluar los movimientos y la estrategia de quien tenemos enfrente.
En cuanto a nutrición hace referencia a la psiquiatra nutricional Uma Naidoo de la Escuela de Medicina de Harvard, que ha creado el acrónimo ‘Brain Foods’.
Restak recomienda adquirir “el hábito de convertir cualquier cosa que te resulte difícil de recordar en una imagen salvaje, extraña o que llame la atención”. Por ejemplo, él lo hace para recordar la raza del perro de su esposa para no quedarse en blanco cuando le preguntan por ello en el parque.
El neurólogo ha querido señalar un estudio que reveló que aquellos participantes de más de 80 años que realizaban un nivel de actividad física moderado tenían un menor riesgo de demencia en comparación con otros más jóvenes, de entre 50 y 69 años, que tenían una vida más inactiva. “Un simple cambio de vida sedentaria a movimiento activo marca la diferencia”, explica, puntualizando que simplemente hacer las tareas domésticas ya mejora la memoria y la función sensorial y motora de los adultos.