"Los viejos de ahora somos la hostia", es la contundente reivindicación de la vejez de Maruja Torres, una de las periodistas más reputadas de nuestro país, que muy pronto cumplirá 80 años. Si por algo se ha caracterizado siempre la también escritora es por hablar sin pelos en la lengua, y eso tampoco ha cambiado en esta etapa de su vida. "Hay que ser más valiente para ser viejo que para ir a la guerra. Porque el que va a la guerra, cree que va a sobrevivir, y el viejo ya sabe que su decrepitud avanza. Y esa es la verdadera guerra", le contaba a Jordi Évole.
Torres, que atesora 60 años de experiencia y nunca ha perdido la curiosidad por descubrir y vivir en primera persona todo tipo de experiencias, lamenta que haya gente cuya vejez sea "impostada". "Desde mi balcón miro pasar a los viejos del barrio y veo todo tipo de vejez, y veo vejeces que son impostadas, es decir, que las han aceptado. Este es el tabú que quisiera quitarles a los viejos, el miedo a la vejez, el disimulo, el encorvamiento prematuro, el 'ay, ay, soy una yaya'", comenta la periodista.
"Eres la misma mujer o el mismo hombre que fuiste. Como tienes el niño o la niña que fuiste dentro. Y eres tan joven en tu vejez, como joven fuiste en tu adolescencia, porque todo te sucede por primera vez", insistía en 'Lo de Évole'. "Saber esto es un regalo de las diosas, porque cada día es nuevo, y cada día te pilla desprovista, con miedo. Pero el suelo se mueve bajo tus pies, como se movía a los 14 años, solo que tenías más talones en blanco en el talonario, ahora sabes que te quedan pocos, pero eso es incluso un aliciente para disfrutarlo", reflexionaba, en un precioso alegato sobre la vejez y saber cumplir años.
Al pregunta de cuál es el éxito de la vejez, Torres replicaba sin atisbo de duda: "Tener un techo, comida y una pensión. A partir de ahí, podemos hablar. Todo el que no tenga eso, es una vergüenza, no para la sociedad, para las instituciones que vota la sociedad". Y la periodista lanza otras dos reflexiones a la contra, con las que combatir los prejuicios de la edad en una sociedad proclive a dejar de lado a los más mayores: "Ser vieja no es un insulto, es un logro" y "la viejas no tenemos por qué no ser coquetas".