Caer bien a los demás es algo que va cambiando con la edad. Cuando somos jóvenes queremos caer en gracia de prácticamente todo el mundo, pero poco a poco vamos relativizando, sabiendo que no todo el mundo va a ser nuestro amigo ni tampoco le vamos a caer bien. Sin embargo, lo que sí que ocurre es que, en principio, queremos resultar agradables a los demás, despertar algo de simpatía y que se queden con buen sabor de boca de nuestra presencia. ¿Cómo podemos caer bien al resto?
Pues la Universidad de Harvard tiene la respuesta. O al menos eso han expuesto en un reciente estudio. Caer bien no es algo que a todas las personas les salga natural, algunas, por su aspecto o actitud a primera vista, es totalmente la contraria. Todo prejuicios. En todo caso, esta habilidad, como todo en esta vida, puede aprenderse y trabajarse para conquistar al resto del grupo.
Según Harvard, la clave está en las preguntas al inicio de cualquier relación. Para descubrir su poder, dividieron a los individuos con los que trabajaron en el estudio en dos grupos. El primero tenía que hacer al menos nueve preguntas durante los primeros 15 minutos de contacto con la otra persona, mientras que el segundo no podía hacer más de cuatro durante el mismo periodo de tiempo.
Con todo ello, analizaron los miles de conversaciones que habían registrado entre todos los participantes tanto en persona como en por chats online. De esta manera, descubrieron que las preguntas sobre la vida personal, sus pensamientos o los sentimientos eran capaces de cambiar el enfoque de una conversación hacia la otra persona porque se logra captar la atención y el interés. Por su parte, poner el foco en hablar de uno mismo genera todo lo contrario, rechazo.
En cuanto a los chats, donde la comunicación es muy diferente a la que tenemos en un tú a tú, aquellos que hacían más preguntas fueron los que más agradables resultaron. Algo parecido a lo que ocurrió con las quedadas presenciales, en las que muchos estuvieron dispuestos a una segunda quedada con aquellos que les hicieron más preguntas. Es decir, durante una conversación, nos gusta sentir que la otra persona se interesa por nosotros.
No obstante, también señalan que el orden de las preguntas si altera el producto, por lo que hay que saber cuándo hacer cada una para caer bien al otro. Por ello, lo ideal es empezar con preguntas algo superficiales para poco a poco ir avanzando hacia otras más personales y profundas, dando la oportunidad de crear una mayor intimidad y mejor impresión con la otra persona.