Desde siempre, el ser humano ha buscado la satisfacción que generan los bienes materiales, creados, en principio, para hacernos la vida más fácil y llevadera. Esa búsqueda de felicidad a través de las posesiones es uno de los principales problemas que acecha a la sociedad del siglo XXI y, especialmente a los jóvenes, que viven en un mundo caracterizado por la sobreexposición, los cánones sociales y la necesidad de mostrarse de determinada manera en redes sociales. Este contexto, sumado al desarrollo de un mundo cada vez más global en el que la publicidad ya no vende productos, sino estilos de vida, hace que terminemos confundiendo la felicidad con el materialismo.
Poseer cosas es, de hecho, un estilo de vida según el cual cuantos más objetos tengamos y más frecuentes sean nuestras compras, más reconocimiento social obtendremos. Para muchas personas, hacer shopping es un tipo de ocio. Según una encuesta de Privalia, plataforma de compras online, realizada en España, ir de compras es la actividad que más feliz hace al 58% de las personas. Para los expertos de la plataforma de psicología TherapyChat, “este sentimiento puede tener su origen en una respuesta neurofisiológica, en tanto que sentimos placer y satisfacción por la adquisición de un nuevo objeto, pues cumplimos con una necesidad que teníamos. Esta sensación es una respuesta natural, pero también adictiva y, sobre todo, efímera, que puede ser contraproducente si se utiliza para llenar un vacío, disimular una baja autoestima o esconder carencias emocionales”.
La realidad es que el bienestar proveniente del consumo de bienes materiales es tan sólo un espejismo. “Una vez incorporamos esos objetos a nuestra vida y pierden el efecto de novedad, la felicidad va desapareciendo y volvemos al punto de partida, en el que necesitamos hacer una nueva compra para volver a experimentar esa sensación”, aseguran en TherapyChat. Lo que nos aporta esa felicidad, por tanto, no es tanto el bien material, sino la experiencia de adquirir ese artículo.
¿Cómo podemos desarticular este círculo vicioso? “En este caso, es recomendable preguntarte: ¿esto me hace feliz, o me han dicho que me hará feliz?", señalan los expertos de TherapyChat. La pregunta es más pertinente que nunca porque, al margen de nuestras emociones, la actual situación económica impide que podamos acceder a todos los bienes y servicios a los que estábamos acostumbrados, lo que implica un cambio en nuestra forma de experimentar e interactuar con el mundo. La pérdida de poder adquisitivo implica un cambio de hábitos no sólo de consumo, sino también cotidianos: la cesta de la compra se reduce, algunas personas se ven obligadas a hacer horas extras o a tener varias ocupaciones, el tiempo de ocio es menor y los tiempos de descanso empeoran, acuciados por un futuro incierto.
Sin embargo, las crisis también son una buena oportunidad para revisar nuestros hábitos de vida, deshacernos de todo aquello que no necesitamos, desprendernos de la mentalidad consumista y aprender a valorar más las relaciones humanas y los pequeños detalles.
Todos necesitamos determinados objetos materiales para vivir y que no tener acceso a estos bienes puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar físico y psicológico. Sin embargo, es importante aprender a separar aquellos bienes que necesitamos de los que deseamos. Mientras que la carencia de los primeros puede afectar a nuestro bienestar, no tener todos los bienes que deseamos puede incluso llegar a ser beneficioso para nuestro equilibrio psicológico.
Vivir con menos posesiones tiene múltiples beneficios. Además de contribuir a centrarnos en las cosas realmente importantes, aligerando nuestro día a día, también nos ayuda a desprendernos de la mentalidad materialista y la presión social que nos lleva a comprar algo que no refleja nuestra identidad. Cuando llegas a esta conclusión, no sólo sales del círculo vicioso de la publicidad y el consumismo, sino que vuelves a tener el control de ti mismo en una sociedad guiada por las compras compulsivas. En este sentido, Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Content Officer de TherapyChat, ofrece algunas pautas para ser felices con menos. Antes de llegar a esas recomendaciones es bueno hacerse cinco preguntas básicas cuya respuesta te ayudarán a ser feliz con menos cosas.
“Confundir necesidad con deseo es un sentimiento bastante común, y en ocasiones nos sentimos infelices por no poder adquirir ciertos objetos que, a nuestro entender, necesitamos. Aprender a diferenciar las cosas que necesitamos de las que deseamos puede ayudarnos a poner el foco en lo verdaderamente importante y ahorrarnos un enorme malestar psicológico”.
“Es fundamental recordar que tus posesiones no reflejan tu valía ni tampoco definen quién eres; simplemente tienen una utilidad en tu vida. Son un medio, no un fin”.
“Aunque solemos relacionar la felicidad con grandes logros, aspiraciones o sueños, los momentos más alegres ocurren cuando menos lo esperas. Una comida en familia, esa noche de manta y película, una tarde con tus amigos… A menudo, la felicidad está más vinculada a experiencias más simples y cotidianas con nuestros seres queridos que a bienes materiales”.
“En lugar de enfocarte en todo lo que te falta, toma consciencia de lo que tienes, valóralo y agradece el mero hecho de tenerlo en tu vida. De esta forma, serás más consciente de lo afortunado que eres y te ayudará a sentir una felicidad más plena”.
“Abraza nuevos hábitos que mantengan tu nivel de bienestar. En tiempos de crisis, a veces nos vemos obligados a prescindir de ciertas actividades que nos aportaban placer y felicidad, como ir a clases de yoga o salir a cenar a un restaurante. Sin embargo, existen alternativas que pueden ofrecernos la misma plenitud de forma diferente". La clave, según los expertos de TherapyChat, es reestructurar tus hábitos para abrazar esas nuevas costumbres que te permitirán seguir disfrutando de la vida y ser feliz.