Casi siempre percibimos la soledad como algo negativo, o ante lo que tenemos que estar alertas. Y es normal, la soledad no deseada ha llegado a niveles pandémicos en la sociedad actual. Pero hay un tipo de soledad que buscamos voluntariamente, al menos durante periodos cortos de tiempo, se trata de una especie de soledad de recuperación a la socialización constante, ya sea laboral o, incluso, recreativa. ¿A qué se debe?
La escritora Isabel Navarro tiene la metáfora perfecta para las personas que buscan la soledad después de socializar durante períodos más o menos largos. "Aunque muchos creen que esta necesidad de soledad tiene que ver con una aversión hacia los demás, en realidad es lo contrario, a mi me encantan las personas. Socializar me agota porque me hace ser más consciente de mí misma, me hace auto exigirme como si tuviera que ser siempre la 'anfitriona de la fiesta' y cuidar de que los demás estén bien, que haya suficiente comida, que se diviertan. Es algo que me deja extenuada".
Para Navarro, la soledad deseada entonces no tiene que ver con el aislamiento de los demás, sino con encontrar la tranquilidad de olvidarnos un poco de nosotros mismos: "O de nuestro rol social. Por eso es que después de socializar a veces lo único que nos relaja es engancharnos a las series, por ejemplo".
Para la psicóloga y psicoterapeuta Beatriz Dorado "al socializar primero se activan muchos estímulos, hay mucho que atender en el "afuera" y algunas personas se pueden llegar sentir cansadas o abrumadas por esos estímulos". Según la especialista, no se trata solo de atender a una conversación sino que nuestro cerebro está recibiendo una constante comunicación no verbal y está alerta a muchas interacciones. "Hay cerebros que se aburman y luego necesitan descansar, sobre todo después de haberse sentido muy expuestos. Por eso hay personas que como recurso necesitan luego evitar el contacto y restablecer el equilibrio", asegura.
Nicolás Gaviria Botero, ha sido curador literario de Santa Maddalena Foundation, una residencia a la que acuden artistas en busca de aislamiento creativo. "La soledad es necesaria sobre todo para organizar la mente -asegura-. La vida social y sus afanes implican cierto caos interior. Uno siempre tiene que ceder y someterse a ciertas convenciones". Para Gaviria, retirarse es una forma de cuidado. Pero advierte que hay que saber hacerlo. "Un aislamiento mal llevado puede desencadenar también alteraciones. Sobre todo si se está trabajando con la imaginación. Por eso los periodos de soledad tampoco deben ser muy largos. Apenas lo suficiente para que cada cual pueda sumergirse en sí mismo y trabajar a pulso sin perder la cabeza"
Fuera del mundo artístico, está claro que también necesitamos esa especie de orden en el 'caos' de lo social, un orden que a veces solo nos podemos dar a nosotros mismos.
La terapeuta Beatriz Dorado nos recuerda, además, que no todas las personas somos iguales y que dependerá de cada uno como reacciona ante la socialización. "No todo el mundo necesita la soledad. Pero hay que estar atentos cuando ocurre porque a veces podría tener con otras cosas como el miedo, o la necesidad de protegerse". Y en ese caso estaríamos ya pasando al terreno de las fobias, el trauma o la enfermedad mental, para lo que es necesario buscar ayuda profesional de inmediato.