Aunque se ha demostrado que lo que soñamos va cambiando según envejecemos, puede decirse que hay ciertos sueños que no tienen edad. Da igual los años que tengas, ya sean 50 o 30, que algunos de los pensamientos que se cuelan en nuestras horas de descanso por las noches se repiten con frecuencia. Que de repente se nos caigan los dientes, que alguien nos persigue, que nos caemos al vacío o que nos encontramos desnudos en público son de los más comunes entre la población. Existe otro tremendamente habitual: soñar que nos damos cuenta de que nos queda una asignatura o un examen por aprobar. ¿Qué significa esto?
Es una de las pesadillas que más angustia pueden generar. ¿Quién no se ha despertado alguna vez tras experimentar esa sensación de tener que volver al colegio o, muy especialmente, a la universidad, para cerrar el expediente académico? De repente, sin que sepamos muy bien por qué, se descubre que nos falta una asignatura de la carrera, del bachillerato o de aquel máster que hicimos y dimos por zanjado hace ya tiempo. Y toca volver a sentarse en el pupitre para hacer frente al temido momento del examen.
Los sudores fríos y la angustia inicial van dando paso a la calma una vez que nos despertamos del todo e identificamos que esos pensamientos y esa situación que sentíamos real en nuestra mente no lo es: no tendremos que volver a coger los apuntes, los libros y pasar los fatales nervios de examinarse de nuevo. Pero no se trata de algo casual, sino de una pesadilla a la que mucha gente se enfrenta habitualmente cuando se mete en cama. ¿Y a qué se debe?
Los investigadores que han explorado el complejo y amplio mundo onírico apuntan a distintas teorías, que en realidad muestran mucha conexión entre sí. Una máxima ha de tenerse en cuenta, eso sí, a la hora de descifrar el posible significado de un sueño: no hay una simbología universal para ellos, o lo que es lo mismo, no se pueden interpretar de la misma forma en todos los casos. Depende, en gran medida, de las particularidades y el contexto de la persona que lo sueña. Es lo que destaca la psicóloga Ursula Oberst, especialista en esta materia.
Oberst apunta a que los sueños, en general, son metáforas de las situaciones actuales que atraviesa un individuo. De hecho, apunta a que pueden servir como formas de buscar soluciones para los problemas o dificultades a los que se enfrenta. Algo en lo que coincide el neurocientífico cognitivo, psicólogo y filósofo de la mente finlandés Antti Revonsuo. "Cuando soñamos con situaciones incómodas o amenazantes, nos preparamos en un 'entorno seguro' para desarrollar estrategias útiles ante problemas de la vida real", esgrime.
Aplicando esta lógica a esta tipología concreta de pesadillas, se obtiene algo de luz. Los sueños escolares tienen siempre peculiaridades que hacen difícil, además, el hecho de poder enfrentarse a dicho examen: aparecemos tarde, sin vestir, en zapatillas, sin haber estudiado. Todo incide en la misma idea: la de no estar a la altura de algo, no estar debidamente preparado para un reto que debemos afrontar. El examen de esa asignatura que nos queda para graduarnos funciona como una metáfora pasada, que nos pone frente al espejo psicológico de un problema o un miedo presente.