Temblores, escalofríos, taquicardia, mareos, dificultad para respirar y hasta ataques de pánico son algunas de las reacciones que experimentan las personas que padecen gerascofobia, el miedo a envejecer, un paso más respecto a la cronofobia, el temor al simple paso del tiempo.
Se trata de un trastorno propio de nuestra sociedad, en la que se premia la juventud por encima de otro valores. Ese miedo al envejecimiento es el resultado de estereotipos generados en torno al hecho de envejecer y hacerse mayor, que a menudo se asocian a aspectos negativos polarizados en el deterioro físico. “Muchas personas sufren miedo a envejecer a causa de los atributos negativos asociados a la vejez como son la enfermedad, la soledad, el sentimiento de inutilidad, la pobreza, la dependencia o el deterioro físico, entre otros. Cuando este miedo se vuelve irracional, nos referimos a él como gerascofobia e influye directa y negativamente en la calidad de vida de las personas. Alguno de los síntomas de las personas que lo padecen son taquicardia, dificultad para respirar o mareos” explica David Curto, director Médico, Calidad e Innovación de Sanitas Mayores.
Este miedo a envejecer produce un rechazo generalizado hacia cumplir años. El fenómeno ha cristalizado en un edadismo rampante que cambia las relaciones sociales, el día a día y las rutinas de las personas mayores. El hecho es que el edadismo o la discriminación por edad existe, al igual que el miedo a envejecer. En este contexto, según un informe de las Naciones Unidas sobre el edadismo, una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas. Estas actitudes discriminatorias por motivos de edad empeoran la salud física y mental de las personas mayores, además de reducir su calidad de vida.
Pero también es cierto que los propios mayores sienten un miedo natural a envejecer. Joaquín Sabina declaraba hace poco que "Envejecer es una mierda". Como siempre que se entra en una etapa distinta de la vida, el vértigo ante lo desconocido, más aún cuando está precedido por una narrativa desilusionante, es más que lógico. Ese miedo comienza en la menopausia, en el caso de las mujeres, y en la andropausia, en el caso de los hombres; aunque, en realidad, comienza a gestarse antes, con las primeras arrugas, en torno a los 30 años. Las redes sociales vuelven a ser un factor decisivo en la percepción del propio cuerpo: se establecen comparaciones, se accede a información de todo tipo sobre tratamientos estéticos y el resultado es un revuelto de estereotipos relacionados con la pérdida. ¿Por qué sentimos vacío al hablar de los años vividos? ¿Qué perdemos al envejecer?
Es indiscutible que se pierden capacidades físicas. Biológicamente es así. Si hay un ser con obsolescencia programada somos los humanos. Pero también ganamos algo: madurez, inteligencia emocional, experiencia y capacidad de disfrute. Un informe realizado recientemente por la aseguradora Aegon afirma que los mayores de 55 años son los españoles más felices.
Las competencias sociales y emocionales no son, sin embargo, una especie de 'premio de consolación' de la juventud perdida. El envejecimiento saludable existe y ha calado en la conciencia de los mayores, algo que, junto a los avances médicos, hace que podamos llegar a los 80 con una buena calidad de vida. “Es importante destacar que cada vez llegan más personas a la vejez con buenas condiciones a nivel físico, psicológico y social y que la mayoría de los pensamientos negativos asociados a la gente mayor están relacionadas con estereotipos que nada tienen que ver con la realidad”, ha añadido Jorge Buenavida Camarero, psicólogo de BluaU de Sanitas. Es normal, por tanto, que nos asuste cumplir años, pero no hay tantos motivos para la angustia.
A veces, los argumentos racionales no se imponen fácilmente cuando hablamos de cumplir años. Sin embargo, hay maneras de erradicar las señales más negativas de esa cronofobia que casi todos los mayores sienten en algún momento. Las recomendaciones que más ayudan pasan por activar la vida social, lo que incluye moverse, física y mentalmente. Según los expertos de Sanitas Mayores, estas son las pautas más útiles: