Marián Rojas Estapé es una reputada psiquiatra, autora de varios bestsellers. Hija del psiquiatra Enrique Rojas, especialista en depresión, y de la economista Isabel Estapé, esta psiquiatra es famosa por compartir cómo funciona nuestro sistema nervioso y cómo le afecta el baile de hormonas que se da en cada reacción.
Uno de sus posts más seguidos es aquel en el que habla del poder del cariño y del contacto físico. Es lo que ella llama "la revolución de los abrazos".
Marián Rojas habla en este reel de la oxitocina es una hormona muy potente que actúa en el centro emocional del cerebro, fomenta sentimientos de alegría y reduce el estrés y la ansiedad. Cuando tenemos altos niveles de oxitocina en sangre socializamos más y vemos a los demás y al entorno con otros ojos, con una mirada más afectiva.
¿Qué podemos hacer activar nuestra oxitocina? Según los estudios del neuroeconomista Paul J. Zak, son necesarios ocho abrazos al día, cuanto más sentidos, mejor. ¿Cuánto es eso? Al menos 20 segundo de abrazo consciente. Según el autor, dando ocho abrazos al día se es más feliz al darse una producción extraordinaria de oxitocina. Pero no solo eso: lograremos que el cerebro de la persona a la que abrazamos también genere oxitocina.
La consigna, por tanto, sería abrazar a las personas con las que tenemos alguna relación. Con ello conseguiremos múltiples beneficios:
Pero lo que a Marián Rojas le parece más impresionante son los efectos de los abrazos para bajar el cortisol, la hormona de los estados vigilantes y de la agresividad. Como se sabe, un nivel de cortisol alto de manera sostenida produce inflamación crónica, antesala de importantes enfermedades. Cuando hay un pico de cortisol, normalmente pasan seis horas hasta que nuestro cuerpo recuperar los niveles normales.
Sin embargo, la oxitocina compensa la acción del cortisol, consiguiendo reducirlo en mucho menos tiempo. Recordemos que los abrazos deben durar más de 8 segundos. Ese es el tiempo que necesita el cuerpo para liberar oxitocina, algo que también ocurre cuando escuchamos de manera activa y consciente o miramos a una persona a los ojos cuando nos comunicamos con ella.