Para muchos el hogar es el refugio en el que se sienten a salvo, mientras que a otros esas cuatro paredes les asfixian y necesitan tener planes todo el rato para poder salir de ahí. Luego están los que se quedan en medio, que disfrutan lo mismo de un fin de semana de película y manta que de uno en el que solo pasas por casa para dormir y asearte. Mucha gente, sin que se dé cuenta, se va acomodando en su casa, pasando su tiempo libre ahí, sin salir a la calle ni tener planes que te hagan pisar la calle. Esto puede acabar convirtiéndose en un problema de aislamiento social y se conoce como cocooning, término que se acuñó por primera vez en la década de los 80.
Es probable que al menos la sensación te sea familiar, pues la pandemia provocó en muchas personas que se diesen cuenta de que en casa estaban mejor que en el exterior y que quizá no es necesario hacer todas esas salidas. Nos volvimos más caseros e incluso empezamos a trabajar desde casa, algo que nos fue acomodando en el calor de nuestro hogar.
En una era plenamente tecnológica en la que sin movernos del sofá podemos hacer la compra, hacerte con el disco de tu artista favorito, pedir tu comida a domicilio a golpe de un simple click, e incluso montarte una tarde de cine en el salón ante la gran cantidad de plataformas digitales que existen y a las que tenemos acceso, es cada vez más frecuente encontrar casos de cocooning. Pero ni tanto ni tan poco.
Realmente el cocooning no tiene por qué ser negativo. Pasar más tiempo en casa puede hacernos mejorar nuestro hogar separando bien la zona en la que pasamos nuestro tiempo libre de aquella en la que trabajamos o en la que descansamos. Así, se pueden seguir haciendo planes de ocio y sociales sin tener que salir de casa, siempre que se vaya alternando con otras actividades que nos hagan salir y disfrutar de otros ambientes.
Es decir, bien llevado, no tiene riesgos. Pero una mala gestión que nos acabe atrapando dentro de las paredes de nuestro hogar sí que puede conllevar una serie de peligros, el más evidente el aislamiento social que nos provoca estar a gusto en casa y no querer salir. Esto tiene una consecuencia clara, menos salidas, menos interacción social. Todos pasamos por épocas en las que nos apetece menos socializar, pero los humanos somos seres sociales y para nuestra propia salud es esencial mantener interacción, no solo vía redes sociales, también cara a cara.
Encontrar el equilibrio entre el tiempo que pasamos en casa y el tiempo que salimos por ahí es esencial, especialmente cuando la soledad no deseada se ha empezado a convertir en un problema cada vez más notable entre la sociedad, no solo en mayores, sino también en adultos más jóvenes.