El amor pasados 70 no es una temática a la que el cine recurra con frecuencia, quizás por miedo a no interesar a una taquilla más pendiente de las franquicias y las secuelas nostálgicas. Pero cuando lo ha hecho han surgido películas inspiradoras sobre segundas (o terceras) oportunidades que nos instan a aprovechar el tiempo que nos queda, como 'Le Week-End', 'Elsa y Fred' o 'Tres veces 20 años'. A este grupo de cintas se suma ahora 'Camino de la suerte', la ópera prima como director de Jorge Alonso con Tito Valverde como protagonista.
A sus 72 años, el popular actor se mete en la piel de Joaquín, un hombre que acaba de perder a su mujer después de una larga enfermedad y que parece resignado a unos últimos años de vida en soledad. Regresa al pequeño pueblo en el que nació y allí le sucede lo inesperado. Hablamos con el inolvidable protagonista de 'El comisario' de cómo el amor va más allá de las arrugas cuando cada día sigue siendo un momento para disfrutar de la vida.
‘Camino de la suerte’ narra una historia de amor inesperada entre dos personas que estaban de vuelta de todo. ¿Cómo es enamorarse en la madurez?
Yo te hablo como intérprete, no porque sea maduro, porque soy un inmaduro de 72 años. Enamorarse es distinto. Es más que decir amor y tener deseos de. Es comunicarte con alguien, evitar la soledad y que te lleven una manzanilla cuando tienes un poquito de fiebre en la cama. Eso es el amor a unas edades. Es quererse, cuidarse y alegrarse la vida mutuamente.
¿En qué se diferencia del amor de juventud? ¿Tiene algo que envidiarle?
El amor siempre ha sonado a una cosa romántica, de poeta. La juventud qué bonita es. El amor a esas edades está mezclado con otro tipo de cosas. Hay una atracción física importantísima y ahí uno se enamora y se desenamora muy fácilmente porque no lo aprecia. Cuando se es un poquito más maduro vas apreciando el trato permanente y no el primer instante.
El protagonista de la película al principio está resignado a dejar pasar los días porque a su edad “es lo que toca”. ¿Nunca es demasiado tarde para volver a ilusionarse?
Yo me hago amigo del personaje. Lo hago amigo mío, lo voy asimilando. Casi siempre los papeles buenos para representar son cuando el autor ha dejado parte de su vida y el cariño. El personaje en que el autor se identifica suele ser el mejor siempre y aquí se ve que el autor tiene un gran cariño por su abuelo y lo ha dejado todo en el personaje.
¿La sociedad tiene un problema para aceptar las relaciones sentimentales entre personas mayores?
La sociedad tiene muchos problemas y ese es uno de ellos, sí. Parece que la relación entre personas mayores no es lo mismo. No es lo mismo ver a dos chavales de 17 años en un parque que ver a dos abuelos, los abuelos queda como feo. La relación entre abuelos no es la pasión, aunque también puede existir. Es otra cosa. Es ternura. Cuando se es joven se es más apasionado, cuando eres más mayor tienes más miedos, más reticencias, pero sin embargo te dejas llevar y encuentras a una media naranja.
Hay cariño cuando vas al médico a la consulta a ver qué le pasa, a alegrarte. Cuando eres joven no piensas nada de eso, vas, vives. Ni hay que ser joven viejo ni viejo joven.
¿Hay edadismo también en el cine?
Yo creo que sí. Los que hacen cine se piensan que las películas de mayores interesan a pocos. Y sobre todo que la gente que va al cine no es la gente mayor. La gente mayor no nos sentamos en las casas y vemos una película en la tele. Los que salen al cine son los chavales y se hacen películas para chavales, de super héroes... La economía manda y la taquilla es la taquilla. Esta película que hemos hecho, como se vea, va a gustar. Ves la película y te pasa algo por dentro, sales del cine y ves que has vivido cosas. En esta película pasan cosas muy bonitas.
¿Cómo ha sido la experiencia de protagonizarla junto a María Jesús Sirvent, tu mujer en la vida real?
Trabajar con mi mujer, a la que conocí hace 40 años en un escenario, en el teatro, porque ella ya estaba muy situada y yo era un pringadillo y conseguí un papel. Ahí nos conocimos. Ella no era muy amiga del cine pero aquí cuando el director la vio la convenció para que hiciera el papel de la Rosario. La sensación no ha podido ser mejor. Ahí lo que hay es cariño y se ve. Quizá el abrazo que yo me doy con mi chica a mitad de la película y otro al final es un abrazo que, bueno, ahí ha quedado.
Ha sido lo más importante que he hecho en mi vida y he hecho películas bonitas pero esta película no se va a volver a dar en la vida. Ha sido un gran placer trabajar con mi mujer porque, además, una gran premisa por mi parte en cuanto vives con alguien es admirarla. Yo siempre he admirado a mi mujer como actriz. Ha sido una experiencia que no creo que se vuelva a repetir porque no vamos a encontrar en nuestra vida otro papel tan bonito como este.
¿Qué consejo le darías desde lo que has aprendido al Tito Valverde de hace 40 años?
Uno da consejos y luego nadie los sigue. Mi mujer y mucha gente me califican de imprudente, que digo todo lo que pienso pero, oye, he vivido así y me ha ido bien. La gente quiere escuchar verdades y no andar ocultando.
Si pudiera volver atrás alguna cosa rectificaría, no todo lo que he hecho está bien. Mi consejo es que fuese un poco más prudente, que no se dejase llevar del aspecto físico, que mirase un poco más por dentro.
Un deseo para el futuro
Yo nunca he sido mayor y ahora veo en el espejo que sí. Hay muchas limitaciones. No corro como antes, no tengo la misma fuerza. Salud y cariño. Lo que más aprecio en mi vida ahora, que paso la ITV con dificultad, es seguir así, y que mi gente, mi mujer, tenga mucha salud y yo lo pueda disfrutar. Salud, salud y salud.