¿Es fácil encontrar nuevas amistades después de los 50? Susana López nos invita a entrar en su taller de cerámica Lola Verona, situado en el barrio madrileña de La Latina, y observar. En su interior, un grupo de mujeres mantienen las manos ocupadas en el barro o la arcilla y la mente despejada. Mientras aprenden a cultivar la paciencia y explorar la creatividad, estrechan lazos. "No solo es posible hacer nuevas amigas en la madurez, sino que te sorprendes a ti misma conectando con personas con las que, fuera de esta actividad creatividad, no habrías tenido ocasión de conocer", explica Marta Sanz, una de las más veteranas de este grupo de artistas.
Marta es ingeniera informática y trabaja en una entidad bancaria. Llegó a Lola Verona porque necesitaba salir del estrés diario y de sus rutinas exigentes. "Este momento creativo se ha vuelto el más esperado de la semana. Moldear calma la mente y permite la desconexión de las preocupaciones y los pensamientos intrusivos. Este clima favorece el vínculo con mujeres que se encuentran en un momento similar", dice.
Antes de abrir el local, Susana realizó una encuesta a través de su cuenta de Instagram para tantear y comprobó que había demanda de personas con ganas de aprender a lijar, esmaltar, moldear u hornear sus propias piezas. La sorpresa fue que Lola Verona se convirtió en punto de encuentro de mujeres de diferentes edades "con ganas de compartir con gente que no conoce una actividad que une un montón".
Somos seres sociales y pertenecer y sentirnos incluidos en un grupo es una necesidad básica. Pero la amistad no es instantánea. Pasar de ser conocidos a amistad requiere unas cincuenta horas de actividades compartidas y charlas cotidianas. Al menos 200 si queremos que esa amiga se convierta en una amistad profunda. Esto al menos es lo que dice un informe publicado en Journal of Social and Personal Relationships.
No lo vamos a desmentir, pero, en principio, las alumnas de Lola Verano se conforman con disfrutar y, como indica Susana, aprovechar la ocasión de conocer gente nueva. "La desconexión con el teléfono es un primer paso. Durante todo ese tiempo nadie se acuerda de que existen los móviles y es súper terapéutico. Yo lo concibo como pura arteterapia. Muchas de nosotras hemos empezado esta actividad en un momento complicado y nuestras experiencias nos han unido. Han salido muchas amistades y me incluyo a mí misma. No hay día que pase sin comentar las noticias, las series que estamos viendo, lo que vamos a hacer el fin de semana o en nuestras vacaciones".
La gente se siente feliz en compañía y está demostrado que la amistad tiene un impacto positivo en la salud y el bienestar. Es muy común ver cómo muchas mujeres buscan actividades que les permitirán conocer gente nueva cuando inician una nueva etapa, bien por una separación, un cambio de trabajo, el nido vacío o la jubilación. Quizás a los hombres les esté costando más. Según una encuesta realizada en American Enterprise Institute, el porcentaje de hombres sin un amigo íntimo se ha quintuplicado en las últimas tres décadas, pasando del 3 al 15%.
Alicia Ballester, consultora de 53 años, decidió hace unos meses apuntarse a un grupo de senderismo para abrir su círculo social. Hasta ahora, su rutina era tan absorbente que no veía necesario ganar amigas. De repente, la marcha de su única hija a Estados Unidos para continuar sus estudios le hizo ver otra realidad. "Fui valiente y me admití a mi misma que me encontraba sola, a pesar de que, debido a mi timidez, trataba de convencerme de que era feliz así".
Después de un tiempo practicando senderismo un par de veces por semana, ha vuelto a sus vueltos disfrutones de los veinte y no deja de aconsejar a su gente que aprovechen cualquier oportunidad para conocer personas fuera de su entorno con intereses afines. Puede ser un deporte, una clase de pintura, un grupo de meditación. "Son contextos en los que es fácil encontrar personas con diferentes edades y una pasión en común. Cuando practicas una actividad que te gusta, estás relajada, te muestras tal y como eres y facilitas la conversación".
Es el consejo que lanzan también desde Ourtime, la plataforma de citas para mayores de 50: "Apúntate a ese curso de cocina japonesa del que te han hablado tan bien o asiste a un concierto en directo de un grupo conocido. Son planes ideales para ampliar el círculo de amistades con las que compartir momentos de felicidad y complicidad. La confianza va tejiendo poco a poco esas relaciones de amistad".
La amistad ocupa un lugar distinto en cada etapa de nuestra vida y las que elegimos cuando somos adultos suelen ser las más sanas y auténticas y enlazan con nuestro momento vital. "No mantenemos en el tiempo los amigos de la infancia en nuestra etapa adulta. Se ha producido de manera natural una selección por el propio paso del tiempo y las vivencias que se han encuadrado en nuestras vidas. De repente, ocurre que ya no conseguimos conectar empáticamente con un amigo sin razón aparente", explica Juvenal Ornelas, psicólogo de Mundo Psicólogos.
Él lo entiende como un proceso natural. "Vamos perdiendo los puntos en común, vamos madurando, aprendiendo o necesitando aprender cosas nuevas. Determinadas amistades del pasado en ese momento nos hacen de ancla y no nos permiten ese avance que nuestra mente necesita. La amistad es una elección en cada momento por el momento que se está viviendo. No deberíamos quedarnos atascados, sino darnos la oportunidad de conocer a otras nuevas".
Lo compara con el primer día de colegio. "Para todos es lo mismo, un entorno no controlado. Nos encontramos en igualdad y comenzamos a relacionarnos para obtener seguridad. La amistad funciona como una necesidad de seguridad social, estamos en una tribu y debemos tener gente afín para poder seguir adelante". Y como vemos, esa conexión entre iguales que nace de una misma necesidad ocurre lo mismo a los 15 que a los 60.