Un piropo envenenado, la persona que no te presta su apoyo cuando tú sí le has brindado el tuyo o ese amigo que tiene quejas de todo y de todos. Si al leer esto has pensado en determinados perfiles de tu entorno, es posible que andes cerca de un vampiro emocional.
"Los vampiros emocionales son personas tóxicas que absorben la energía y la vitalidad mental y emocional. Pueden parecer más emocionantes, inteligentes o creativos que las demás personas, pero, en realidad, son normales y corrientes. De hecho, no tienen energía para vivir su propia vida y, por eso, absorben la de los demás. Cuando se les descubre o se le pone límites, se muestran rabiosos y manipuladores. Cambian sus formas porque una de sus características es que engañan con bastante frecuencia. Saben manipular muy bien y suelen abusar psicológicamente de los amigos, los familiares, la pareja y hasta a extraños, siempre para lograr sus propósitos". Así define la psicóloga Lara Ferreiro a los vampiros energéticos o emocionales, personas que utilizan a los demás para lograr sus fines.
"Hacen lo que se llama instrumentalización. Utilizan a los demás como instrumentos para adquirir prestigio, poder, sexo o dinero. Los depredadores emocionales saben lo que están haciendo; algunos se sienten culpables y otros, no", asegura la experta, antes de hablar del perfil de las víctimas: "El vampiro emocional elige a conciencia a sus víctimas. Normalmente, son personas débiles, fáciles de manipular. A veces, también van a por personas que parece que tienen mucho carácter, pero son muy manipulables", añade Ferreiro.
En ocasiones, es difícil darse cuenta de que la persona que nos rodea no quiere lo mejor para nosotros, pero, según la psicóloga, hay una manera fácil de detectar a un vampiro emocional. "Reconocerlos es simple. Si tienes una relación con una persona, ya sea tu jefe, tu amigo, tu pareja o quien sea relevante para ti y al final del día te sientes mal, agotado emocionalmente porque sientes que te denigran, estás con un vampiro emocional. Hay que conectar con las emociones de cada uno y ver cómo nos hace sentir esa persona y los comentarios que hace, a veces aparentemente inofesivos y otras, hechos con toda la intención. El objetivo es minar la autoestima y hacer que dudemos de nosotros mismos", explica la psicóloga.
"Lo más importante es poner límites y ser asertivos, que consiste en expresar nuestra postura de forma sincera y respetuosa. Alejarse también es una buena estrategia y, a veces, la única manera de no caer en sus redes. En el momento en el que notemos que van a agredirnos, hay que alejarse emocionalmente, ponerse una segunda piel, un chubasquero emocional, para impedir que nos chupe la energía", afirma la autora de 'Adicta a un gilipollas'.
La psicóloga también habla del poder apabullante del 'no': "Es importante saber decir que no o postponer los deseos del vampiro emocional. También es importante compensar estas relaciones tóxicas con personas-vitamina, con actividades propias que nos apetezcan".
Para la psicóloga, hay dos tipos de vampiros: los visibles y los invisibles. Estos son los más difíciles de identificar porque su comportamiento no es abiertamente tóxico. ¿Cómo desvelan su verdadera identidad? "Empiezan a deslizar dobles mensajes. Parece que dicen una cosa, pero, en realidad, es la contraria. Hay que prestar atención a las coletillas de ciertas frases, eso típico de "Te queda bien, pero con tu edad..." Son invisibles porque parece que dicen algo bueno de nosotros, pero siempre nos dejan con un mal sabor de boca".
El vampiro invisible se delata solo a través de su lenguaje corporal: "Hay que ser muy observador y fijarse en lo que los psicólogos llamamos microexpresiones, lo no verbal; por ejemplo, que te digan que te quieren con los brazos cruzados o que te pidan que confíes en ellos al tiempo que desvían la mirada".
Los vampiros visibles son más fáciles de detectar, pero no por ello más fáciles de sobrellevar. Según la psicóloga, este tipo de vampiros se desdobla en otras categorías:
Coincidir a lo largo de la vida con un vampiro emocional es bastante probable. ¿Cómo podemos escapar de sus garras? La psicóloga Lara Ferreiro propone una estrategia concreta: "Identificar, filtrar comentarios, establecer límites y plantearse la conveniencia de la relación".
Para identificarlos, la receta infalible en la que insiste la psicóloga es comprobar cómo nos sentimos cuando hemos estado con el supuesto vampiro. La pregunta aquí es si nos roba la energía y nos dinamita el ánimo. Saber que los comentarios que pueda hacernos no responden a la realidad necesariamente es otra técnica que nos llevará a plantar límites y poner coto a esa relación. En caso de que sea un familiar o un superior jerárquico, quizá no podemos establecer esos límites de manera tajante, pero sí vestir esa "segunda piel" de la que nos habla la experta. Por último, la pregunta del millón: ¿por qué estamos en el radar de ese vampiro? "En el caso de los amigos, hay que plantearse si queremos seguir siéndolo. A veces tenemos amistades por viejos hábitos que, en realidad, no nos aportan nada", concluye la psicóloga.