El 'efecto Marshmallow', el fenómeno intergeneracional que preocupa a los expertos

El 'vísteme despacio que tengo prisa' del refranero español nunca tuvo más sentido que en estos tiempos de ansiedad y frustración en los que la inmediatez lo impregna todo. A todos nos ha pasado alguna vez que cuanta más prisa nos damos en hacer algo peor nos sale. La conclusión es que para obtener los mejores resultados y conseguir aquello que nos propongamos la clave es saber tener paciencia.

Recompensa inmediata o saber esperar

El efecto 'Marshmallow' define a esas personas impacientes que son incapaces de realizar acciones totalmente rutinarias simplemente por no querer esperar. El nombre lo toma prestado de un experimento que hizo el psicólogo Walter Mischel, de la Universidad de Stamford, en 1972, con niños en edad escolar.

El ensayo consistía en ofrecerle a un niño una recompensa inmediata, nube de azúcar o malvavisco ( 'marshmallow' en inglés), y la posibilidad de darle una segunda si era capaz de esperar 15 minutos sin comérsela. Sólo el 33% de los niños eligió esperar. El experimento no acababa aquí, puesto que años más tarde recogieron datos con los pares de aquellos niños y se comprobó que los que no esperaron tendían a sacar peores notas y a tener más problemas de comportamiento en los años posteriores.

Por el contrario, los niños que fueron capaces de esperar por el premio más grandes, conseguían después mejores resultados en otros aspectos de su vida, tanto en el terreno de los estudios como otros aparentemente menos relacionados, como el peso corporal.

Cabeza fría para lograr mejores resultados

Según el estudio, esto también se aplicaría a la vida adulta, quedando demostrado que quienes más desarrollada tienen la capacidad de esperar, mayores beneficios obtienen en el futuro. Lo que venían a constatar estos resultados es que al ser capaces de renunciar a la gratificación instantánea, también seremos capaces de decidir con la cabeza fría qué es lo mejor para nosotros. No hacer lo primero que se nos pasa por la mente, sino reflexionar y digerir toda la información antes de tomar la decisión adecuada.

Esto tiene relación con la tolerancia a la frustración, ya que frustrarse rápidamente es consecuencia de estar acostumbrado a la recompensa inmediata. El negativismo propio del efecto 'Marshmallow' viene reforzado por frases comodín como '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' o '¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?'. En ese sentido, cultivar la paciencia no es un proceso rápido, pero es una habilidad que puede desarrollarse con práctica y dedicación y nos ayudará a conseguir nuestros objetivos de una manera más productiva.

Cultivar la paciencia

Un estudio publicado en la revista 'Journal of Positive Psychology' identificaba tres formas distintas de expresar la paciencia:

  • La interpersonal. Cuando conservas la calma al enfrentarte a alguien que está molesto o está enfadado.
  • Ante las adversidades de la vida. Cuando ves el lado positivo de las cosas después de un gran contratiempo
  • Ante las dificultades diarias, referidas a reprimir el enfado al lidiar con demoras o cualquier acontecimiento irritante.

Según los expertos de MundoPsicologos, podemos cultivar la paciencia siguiendo estos consejos:

  1. Aprender a visualizar: Se trata de imaginar las situaciones que puedan frustrarnos y visualizar cómo manejaríamos la situación y nos enfrentaríamos a cada una de las dificultades.
  2. Conocer lo que nos estresa: Es importante prestar atención a aquello que nos irrita o nos desconcentra para detectar un patrón que nos permita adelantarnos a ello y no perder la paciencia.
  3. Gestionar nuestras emociones: La manera en que reaccionamos a lo acontecimientos hará que tengamos más paciencia o no ante ciertas eventos. Aprender a gestionar los sentimientos que nos dominan puede ayudarnos a desarrollar la paciencia y lograr nuestros objetivos.
  4. Gestionar mejor el tiempo: Quienes suelen perder la paciencia lo hacen porque sienten que no tienen suficiente tiempo para conseguir lo que desean. Por ello aprender a gestionar el tiempo del que disponemos puede ayudarnos a controlar nuestros impulsos de impaciencia.
  5. Practicar el optimismo: Una actitud más positiva nos ayudará a no perder la paciencia tan a menudo. Para ello sería una buena práctica dedicarle unos minutos al día a identificar cinco hechos positivos que han sucedido durante la jornada.