Salir de trabajar, llamar a ese amigo incondicional que se apunta a un bombardeo e ir a vuestro bar favorito a tomaros un par de copas. Es uno de los planes por excelencia de nuestro país. Charlar, quejarse, reírse… El alcohol es un potenciador social, la excusa para salir de casa y despejarse y también la droga legal más consumida en España, especialmente en los hombres maduros: el 72,5 % de los varones entre 45 y 54 años ha consumido alcohol en el último mes, según el último informe EDADES del ministerio de Sanidad.
Si bien su consumo está normalizado hasta el extremo y cuenta con la aceptación social de prácticamente todo el mundo, la ingesta descontrolada de alcohol puede ser extremadamente perjudicial tanto a nivel médico como social. La búsqueda de refugio en la embriaguez, esa tan recurrente frase de 'ahogar las penas', evadirse de la rutina a base de lingotazos interminables puede acarrear consecuencias fatales a nivel personal y de salud. Pero la línea para determinar qué es mucho, qué no, qué conductas pueden entrar en el paraguas de la 'normalidad' etílica y qué es completamente cancelable no siempre está clara.
Si sospechas que algún amigo puede haber sobrepasado los límites del consumo habitual controlado de alcohol, te aportamos algunas claves para abordar la conversación sin que tu interlocutor se ponga a la defensiva. Para ello, hablamos con Celia Prat, jefa del equipo de formación de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Son muchas las pistas que nos puede ir dejando la persona por la que estamos preocupados, pero lo primero de todo es identificar cuál es su relación con el alcohol y si realmente es motivo de alerta. "No es lo mismo tener un consumo normal que tener problemas con el alcohol, ni que tener una adicción por abuso y dependencia. El uso de alcohol, generalizado por la sociedad, es un uso que no tiene que dar problemas. Tampoco el uso diario o en celebraciones", explica Prat a Uppers. El alcohol no debe ser una complicación para él ni para el entorno.
Sin embargo, sí podemos establecer una serie de pautas a las que permanecer atento que pueden ejemplificar una situación de abuso:
"Conforme nos hacemos mayores, los problemas son también mayores", sentencia Prat.
Como suele recomendarse en estos casos y también aconseja la experta, lo más importante es esperar a que desaparezcan los efectos del alcohol en su persona. Un día, dos, el tiempo necesario; nunca abordar la conversación cuando se encuentra en estados de ebriedad, en tanto que la respuesta y la atención no será la adecuada.
Llegado el momento de la conversación, ¿cómo se lo digo? La clave, para la experta, es mantener un equilibrio entre la firmeza, la comprensión, la disponibilidad y la cercanía. "La postura que debe tener una persona que se quiere acercar es la de tener dos caras de la misma actitud: por una parte, estar dispuesta a ofrecer cualquier tipo de ayuda, escucharle, pero también no creer siempre la respuesta que nos vaya a dar". Es posible que, ante la charla, la persona recurra a frases de autocomplacencia e incluso a mentiras; es por ello que hay que ser firme. Si se le tiene que hacer ver que eso ya lo ha dicho y no es verdad, hay que hacerlo. En ese momento hay que ser inflexible, destaca Prat.
"Hay que dejar claras unas normas evidentes sin dejar claro que se hace estrictamente por él. Hacerle ver que hay cosas que no se pueden hacer, que tienen consecuencias para su vida. Debemos intentar abrir siempre la puerta y confiar en que quiera acceder a ayuda si es necesario, en caso de hablar de abuso o adicción". Es decir: si se sobrepasa la barrera de los problemas y ya se ha convertido en una adicción, hay que intentar que acuda a una entrevista con un especialista.
"No siempre es fácil darse cuenta a la primera, porque tu situación personal y el propio consumo hace que no puedas reflexionar sobre tu relación con el alcohol. Hace falta un proceso", concluye Prat.