Publicar las esquelas en los periódicos. Las páginas traseras de los diarios se han cambiado ahora por las redes sociales. Abrir Twitter o Facebook y encontrar la noticia de que el familiar de uno de tus amigos o conocidos ha fallecido se ha convertido, desgraciadamente, en el pan de cada día. Las formas de transmitir la noticia son muchas y variopintas. Una frase, una foto acompañada de un sobrio DEP, la información del funeral… en ocasiones, incluso los emoticonos completan la publicación.
Esta nueva forma de comunicar una defunción genera opiniones encontradas. Algunos lo ven como una herramienta eficaz mientras que otros consideran que supone una banalización de la muerte. Hablamos con Jordi Isidro Molina, psicólogo de Cedipte-Psicología experto en Trastornos de Ansiedad y Estado de Ánimo, para que nos explique dónde están los límites y qué buscamos al hacer este tipo de publicaciones en nuestras redes sociales.
Como en todas las cosas que tienen que ver con procesos mentales de asimilación o cambio, es difícil encontrar una línea clara que diferencie lo normal de lo que no lo es. El límite estaría en la necesidad de la persona que lo cuelga y en la forma en que lo cuelga. "En principio podríamos pensar que solo estamos informando y compartiendo nuestro dolor con familiares, amigos y conocidos, pero cuando esto se transforma en una búsqueda de 'likes', de respuestas o explicaciones de detalles íntimos de la vida de esa persona, o incluso faltas de respeto, aquí es cuando se transforma en un morbo innecesario o un exhibicionismo patológico, no buscando hacer un homenaje al fallecido sino un juego macabro de la persona que cuelga la esquela", apunta el experto.
Si nos preguntamos por qué ahora se ha puesto de 'moda' esta nueva forma tecnológica de comunicar un fallecimiento podemos pensar en dos objetivos principales: la información y el reconocimiento. El primero simplemente es dar una información para que el máximo de personas sepa el fallecimiento de la persona. Pero el otro, normalmente más habitual, busca llenar una necesidad de reconocimiento y de aprobación de la persona fallecida y de nosotros mismos.
"Estamos en una sociedad cada vez más individualizada, donde la gente cada vez necesita más protagonismo. Necesitamos pensar que la persona fallecida ha generado interés para la sociedad, para el mundo que nos rodea y colgar la esquela en las redes sociales nos puede dar esta sensación". La culpa puede entrar también en juego llegado este punto e intentar mostrar que realmente lo hemos hecho lo mejor posible, intentando reducirla si consideramos que no nos hemos portado bien con el fallecido.
Hemos llegado a una situación en la que se puede llegar a vivir una doble vida, la real y la virtual en la que el dolor no se enseña porque está mal visto y, por lo general, se tiende más a publicaciones positivas y alegres. "En el caso de las esquelas en redes sociales es una manera de no olvidar la muerte virtual y como muerte también merece un velatorio virtual, y aquí es donde aparece el colgar la esquela. Todos queremos ser importantes, la falta de autoestima nos hace creer que con estos métodos seremos más importantes. Y aquí también le podemos añadir el deseo de inmortalidad que nos genera el colgar algo en internet que parece que estará eternamente allá, al igual que una tumba o un nicho”.
El respeto es la clave de este tipo de publicaciones. Mientas que no se falte al respeto al recuerdo del fallecido, el texto y el formato es un ejercicio total de empatía, de ponernos en el lugar de la persona que ya no está y pensar en lo que a él le hubiese gustado. El estilo más desenfadado, sobrio, chistoso, irónico, laico o religioso… debe estar en consonancia con lo que la persona hubiera querido o creemos que hubiese querido.
"El problema de las imágenes es que puede desmitificar excesivamente la muerte y transformarla en cómica. Aunque si creemos que el fallecido le hubiera gustado, sería totalmente ético y correcto. Si al final es más una necesidad nuestra de ponerle colores sí que podría tener una connotación egoísta y de falta de respeto", explica Isidro Molina. No debe emplearse en ningún caso como una forma de superar el duelo sin dolor porque las emociones son buenas y deben estar ahí.
"Cuando se nos muere alguien próximo y por mucho que queramos evitarlo, necesitamos sentir cosas, más o menos tristes dependiendo del vínculo y el fallecido. Si no las sentimos es cuando aparecen problemas psicológicos en distinta sintomatología. El punto clave en el formato de la esquela es la empatía, si al fallecido le hubiera gustado es perfecto, si creemos que no sí que puede parecer un post más sin ningún homenaje de ningún tipo", concluye el psicólogo.