En poco más de un mes el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha pasado de ser una figura apenas conocida a convertirse en uno de los líderes políticos más importantes del siglo XXI, aplaudido en Parlamentos de todo el mundo gracias a unos discursos en los que apela a la historia de cada país para solicitar el apoyo de la comunidad internacional ante la invasión rusa. Así lo hizo también este martes 5 de abril, cuando se dirigió telemáticamente a los diputados y senadores españoles: "Estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, cuando todo el mundo supo de la tragedia de Guernika".
"¿Por qué Rusia vino a nuestra casa? Quiere destruir nuestro pueblo y la posibilidad de vivir sin dictadura. Los ucranianos queremos paz, no queremos conflicto", señaló Zelenski ante un Congreso de los Diputados abarrotado al que reclamó ayuda "con armas y sanciones" para defender la libertad y los derechos humanos.
El antiguo actor y cómico, de 44 años, es el abanderado de un nuevo tipo de liderazgo diferente, inspirador y moderno, que sabe utilizar la comunicación como una herramienta fundamental para transmitir emociones a una audiencia planetaria. Mediante la apariencia, las palabras, los gestos, la actitud y los escenarios elegidos pretende "transmitir cercanía y pertenencia, que es uno más de la tribu", según nos explica la psicóloga Teresa Terol, en contraposición al modelo de "poder autoritario, ejercido desde el miedo, la distancia y la superioridad" que representa Vladimir Putin.
Mientras el líder ruso busca conseguir la obediencia "a través de la imposición y el miedo", Zelenski "apuesta por la confianza" y transmitir el mensaje de "no estoy por encima de ti y no lidero desde el autoritarismo'". A eso contribuye su aspecto, con barba de varios y días y ataviado con ropa verde militar que comunica que es "un soldado raso más". Se trata de relacionarse con los ciudadanos presentándose igual que ellos, a su mismo nivel, y transmitirles que "estamos juntos".
Otro aspecto novedoso en su forma de comunicar es el uso que hace de las redes sociales. Zelenski se graba en 'modo selfie' con su teléfono, mira directamente a la cámara y lanza vídeos cortos y sintéticos en los que utiliza un lenguaje breve, directo y comprensible para todos, muy alejado de los tradicionales y aburridos discursos institucionales desgranados "desde la frialdad del despacho". Aquí se busca estar "a pie de calle" y generar "mucha más empatía" con el receptor, hablarle de alguna manera en su propio idioma.
A través de estos mensajes Zelenski deja claro a la ciudadanía que él sigue en el país a pesar del peligro que corre su vida. "Podría haber utilizado su rol de poder, podría estar protegido" y haber escapado a una nación vecina desde la que liderar, pero con su actitud consigue transmitir el mensaje de que "yo miro por el pueblo, miro por el país", indica la experta.
Por supuesto, es fundamental su manejo de las emociones. Seguramente su pasado como actor le ayuda a desenvolverse ante las cámaras, pero sabe transmitir sentimientos humanos como la tristeza, el miedo o el desamparo dirigiéndose de forma específica a cada auditorio -organismos y foros internacionales, Parlamentos nacionales, entregas de premios- como alguien que sufre y que pide ayuda para los suyos. Esta es una "forma inteligente de transmitir esta emocionalidad como algo cotidiano, cercano y amable", valora Terol.
La psicóloga advierte de que este tipo de empatía podría tener la contrapartida de que alguien lo confundiera con "debilidad" o "pasividad" frente el modelo de "dominación animal" que representa Putin, alguien que "no transmite desde el mismo lugar ni pretende comunicar lo mismo, ni hacia su pueblo ni hacia otros países". En cualquier caso, la experta cree más efectivo un modelo que busca gobernar desde la "admiración" de los suyos que desde el miedo.