Los propietarios de pisos alquilados siguen en 2023 sin poder subir el precio de la mensualidad más de un 2%, según acordó el Gobierno como parte del último paquete de medidas anticrisis aprobado a finales de año. La medida iba a caducar el pasado mes de diciembre y el Ejecutivo pactó prorrogar el tope a la revalorización de alquiler un año más. Sin embargo, la realidad es que el precio del alquiler de viviendas en España se incrementó un 8,4% en 2022. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz explica las razones de esta subida y expone las medidas necesarias para normalizar los precios.
Hay dos factores que explican este alza. Por un lado está el aspecto legal. Mucha gente que tenía entre sus planes comprar casa ya no puede hacerlo porque las hipotecas son más caras, los créditos más difíciles y las condiciones más exigentes. Así que se decantan por el alquiler, motivo por el que la demanda se dispara. A esta fuerza creciente de se le contrapone una oferta menguante del parque inmobiliario del alquiler. Menos viviendas y más demandantes tienen como resultado una tensión de los precios.
Y hay un segundo factor que ya no es tan limpio ni tan claro. Muchos caseros están haciendo ciertas trampas. En lugar de renovar alquileres con el tope del 2% establecido por el Ejecutivo, lo que hacen es cancelar el contrato, recurriendo en muchas ocasiones al argumento de que necesita el piso para su hijo, y hacer uno nuevo que teóricamente ya no está limitado. Así ya no sube al 2%, sino al 25,7%, que es lo que está ocurriendo en Barcelona. Llevándolo a la pizarra, un alquiler de 1.000 euros pasa a ser de 1.257. ¿Es esto legal? Es una filigrana complicada que probablemente no viole la letra pero sí el espíritu de la ley, que no se hizo para esto.
Barcelona se ha convertido en la capital del problema del alquiler con su subida por encima del 25%, pero se está extendiendo a toda la costa. Así, con incrementos superiores al 20% se sitúan Alicante (23,4%), Valencia (20,9%) y Málaga (20,7%). La vivienda sube mucho en todas partes, pero en la costa hay un 'efecto Airbnb', de turismo vacacional, que contribuye a la subida del precio medio de los alquileres de forma dramática. Hay caseros que prefieren poner su vivienda en alquiler a corto plazo, de tres meses, con precios desorbitados que les permiten ganar más así que con un alquiler estable.
En definitiva, hay caseros extraordinariamente honestos, pero también hay muchos buitres inmobiliarios sin ningún escrúpulo. ¿Cómo se podría poner coto al problema? Dando garantías al casero de que va a cobrar. Una sociedad pública de alquiler garantizado sería una solución. Otra sería mejorar la fiscalidad de los caseros que alquilen para larga duración, actualmente bastante limitada por la letra pequeña. Estas y otras soluciones se desgranan en el vídeo de esta semana. Dale al play.