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Trabajar como una bestia no siempre es la mejor estrategia para triunfar. Al menos eso es lo que sostiene un artículo 'The Wall Street Journal' que divide a los trabajadores en mulas de carga y ponis de oficina. Y tus posibilidades de prosperar dependerán mucho de si estás en un grupo o en otro. En el inicio de una nueva temporada de 'MoneyTalks', Javier Ruiz nos explica esta curiosa tesis, y además pasa revista a temas de actualidad como la desconexión digital, la reducción de jornada y los datos del paro.
Una mula de carga en el trabajo es aquel empleado que siempre está dispuesto a dar más, que procura llegar a todo y que no escatima en echar horas extra siempre que sea necesario, e incluso si no lo es. El gran problema de la mula es que su trabajo se convierte en la expectativa de sus jefes y compañeros. Es decir, si estás operativo las 24 horas del día eso es lo que la gente va a esperar de ti, con lo cual ese esfuerzo de más pasa a convertirse en el mínimo que te exigen.
Estas mulas terminan encubriendo a los ponis de oficina, aquellos que no trabajan tanto como ellos. En esta categoría los hay de distinta alzada: están los hijos de papá, aquellos que se saben protegidos porque vienen bien apadrinados; los ponis de exhibición, de largas crines y trotones, que saben muy bien cómo venderse a sí mismos; los recién llegados, que tienen que probar que saben un montón; y los peores, los ponis que se comen a los compañeros, los que apuñalan por la espalda.
El problema de las mulas es que al final hacen el trabajo de los ponis y, dado que los jefes no lo pueden reconocer, tampoco lo van a premiar o retribuir. Además, lo que hace la mula es lo que se espera de un trabajador, es decir, no se considera que eso sea un mérito especial. La conclusión a la que llega el artículo, apoyado en numerosos estudios económicos, es que ser una mula de carga en el trabajo es una estrategia perfecta para fracasar. Por tanto, el consejo es que no seas mula, sino poni de oficina. No curres demasiado.
De hecho, el marco laboral global avanza en una dirección favorable a los intereses de los ponis. El Gobierno sigue trabajando en una ley de desconexión digital que lo que persigue es que el trabajador no tenga que responder un email, un mensaje de Whatsapp o una llamada telefónica una vez concluida su jornada laboral. El reconocimiento al descanso viene a resignificar el rol del trabajo como eje central y absoluto de la cadena de prioridades.
Algunas empresas, sobre todo tecnológicas y multinacionales, ya están empezando a legislarse a sí mismas al respecto. Si termina tu jornada de trabajo termina también tu obligación de responder a ciertos emails, salvo que cobres por ello. Pero al final un plus de disponibilidad es una trampa. No te cambia la vida, no incrementa significativamente tu sueldo, pero terminas siendo esclavo de iPhone.
En cuanto a la ley que reduce la jornada laboral esta sí está en ciernes y saldrá adelante. Este martes se retomarán las negociaciones. Recordemos que la propuesta del Ejecutivo es bajar a 38,5 horas semanales, y a partir de ahí reducir gradualmente a 37,5. La mayoría de estudios económicos coinciden en que esta medida no perjudicará a la productividad, sino al contrario.
Lo cierto es que se puede aumentar el rendimiento sin ponerle un grillete al trabajador. La productividad no se gana solo con horas de trabajo, también la ganas con inversión en tecnología, modernización de procesos, mejor organización… Para saber más sobre cómo el mercado ha acusado el fin de la temporada de verano, puedes ver la charla completa con Javier Ruiz en el vídeo.