Se cumple medio siglo del escándalo que acabó con el mandato de Richard Nixon. La primera y única dimisión de un presidente de Estados Unidos en toda la historia del país. Hace 50 años, en la madrugada del 17 de junio de 1972, fueron detenidos en Washington cinco individuos que habían allanado la sede del Comité Nacional Demócrata, en el recinto de oficinas y viviendas conocido como Watergate, con el propósito de instalar aparatos de escucha y espionaje. A partir de ese momento comenzaría a destaparse el mayor escándalo de la historia norteamericana que condujo, dos años más tarde, a la renuncia de Nixon.
Desde entonces la historia del Watergate se ha replicado en adaptaciones cinematográficas, series de televisión, documentales, libros, artículos de prensa, y conversaciones de barra de bar. "Más que un acontecimiento, fue una forma de pensar", considera Garrett Graff en su libro 'Watergate, una nueva historia', según recoge La razón: "Parte de lo que es fascinante hoy en día es que las dos cuestiones centrales del robo en sí siguen sin resolverse. No sabemos quién lo ordenó. Y realmente no sabemos qué estaban haciendo los ladrones esa noche".
Tras la detención de aquellos cinco individuos, el emblemático rotativo The Washington Post se hizo cargo de la investigación periodística retomando la historia del allanamiento. Los ahora míticos reporteros Carl Bernstein y Bob Woodward encabezaron entonces la pesquisa del periódico confiando en el informante conocido como 'garganta profunda', cuya identidad se reveló años después como Mark Felt, el director asociado del FBI.
El término Watergate pasó a utilizarse para abarcar gran variedad de actividades clandestinas e incluso ilegales llevadas a cabo por personal de a Administración Nixon. Ente ellas destacó la colocación de micrófonos en oficinas de opositores políticos, así como conductas de acoso contra grupos activistas y otras figuras influyentes de la política. La implicación del presidente en la trama fue el inicio de su final en la Casa Blanca. Nixon negó desde el principio las acusaciones de irregularidades y se aferró al cargo insistiendo que que no violó ninguna ley porque no tenía conocimiento previo del robo ni se enteró del encubrimiento hasta principios de 1973. Además, tildó a los artículos que le acusaban como sesgados y engañosos..
Sin embargo, la investigación demostró que el Comité para la Reelección del presidente republicano, así como la misma Casa Blanca, estaban involucrados en los intentos de sabotear a los demócratas. Los asesores principales de Nixon, un total de 48 funcionarios, fueron procesados y condenados. Las pesquisas del Comité del Watergate realizadas por el Senado revelaron que desde la oficina más importante del mundo se estaba actuando ilícitamente con el sistema clandestino de grabación.
La repercusión del escándalo se multiplicó con la retransmisión en directo por las principales cadenas de televisión del país de las audiencias del Comité Judicial de la Cámara contra el presidente, que terminó siendo acusado también por uso indebido de agencias de Gobierno, aceptación inapropiada de obsequios y salpicando incluso sus finanzas e impuestos personales.
Nixon fue obligado a entregar las cintas grabadas a los investigadores gubernamentales. En ellas se demostró su implicación directa en el caso, revelándose que había tratado de encubrir el robo de los cinco individuos en la sede del Watergate. De hecho, lo que finalmente le condenó no fue tanto el allanamiento como los tejemanejes con los que trató de obstruir a la justicia.
Esa evidencia habría conducido con toda seguridad a Nixon a someterse al juicio político conocido como 'impeachment', pero se adelantó presentando su renuncia el 9 de agosto de 1974. Su vicepresidente, el también republicano Gerald Ford, tomó posesión del cargo de presidente de Estados Unidos el 8 de septiembre de 1974, concediéndole el perdón a su predecesor. Sin el Watergate, es muy probable que Nixon hubiera pasado a la historia como uno de los más destacados mandatarios de su país. Mientras, el complejo arquitectónico Watergate que dio nombre al escándalo mantiene sus puertas abiertas al público 50 años después también como hotel de cinco estrellas con espectaculares vistas al río Potomac.