Se nos olvida, pero las plantas son seres vivos al igual que nosotros y el resto de los animales y, por eso mismo, también sufren estrés y lo manifiestan de una forma muy concreta. Como cuando haces palomitas, así es como suenan las plantas cuando están pasando por ese proceso según ha expuesto el grupo de científicos que ha descubierto esos sonidos. Además, han visto como esos sonidos pueden ser diferentes dependiendo de las circunstancias o del tipo de planta que sean.
En los últimos años se ha podido ver cómo el estrés provoca en las plantas que pierdan su verdor o que, si se ven atacadas por un insecto, liberan sustancias volátiles para protegerse. Para esta nueva investigación, los expertos colocaron plantas de tomates y del tabaco en una sala insonorizada, colocándoles micrófonos para ultrasonidos que son capaces de grabar ondas sonoras con una frecuencia entre 20 y 150 kilohercios (kHz), hay que tener en cuenta que los humanos raramente oímos más de 16kHz.
Para las pruebas, dejaron algunas de ellas sin agua durante cinco días, mientras que a otras les cortaron el tallo y otras tantas las trataron con normalidad. De esta manera, los resultados, que ya han sido publicados en la revista Cell, sostienen que las plantas que estaban cuidadas emitían un sonido a la hora, pero las estresadas por la falta de agua hacían ruido 35 veces por hora en cuanto a las tomateras, y 11 por hora en cuanto a las del tabaco. ¿Y las cortadas? Los sonidos fueron 25 y 15 a la hora, respectivamente.
“En este estudio resolvemos una controversia científica muy antigua: probamos que las plantas emiten sonidos. Nuestros hallazgos sugieren que el mundo que nos rodea está lleno de sonidos de las plantas y que contienen información, por ejemplo, sobre escasez de agua o sobre lesiones. Suponemos que los sonidos emitidos en la naturaleza son detectados por criaturas cercanas, como murciélagos, roedores, varios insectos y posiblemente también otras plantas”, sostiene la bióloga Lilach Hadany, líder del equipo.
Para ampliar la información, repitieron el experimento con el maíz, el trigo, ortigas o también los cactus, detectando sonidos en todos los casos. Sin embargo, se dieron cuenta que aquellas plantas más leñosas, como puede ser el almendro, producían sonidos, pero eran prácticamente inapreciables. “Existe la posibilidad de que la corteza esté interfiriendo o que emitan sonidos en otras frecuencias. Hace falta estudiarlo más”, sostiene la investigadora a El País.