Rubén Cortés, bombero: "En un incendio los años de experiencia son decisivos para normalizar el pulso y controlar el miedo"

  • La veteranía de este cabo malagueño es su gran distintivo para lidiar en primera línea contra el fuego

  • Hablamos con él de cómo nació su vocación, de sus renuncias para ser bombero y de cómo se enfrenta a situaciones críticas

  • Por su gran masa forestal, Mijas es especialmente vulnerable. "Sientes tristeza, rabia e impotencia. El bosque es la vida", dice

Los incendios forestales son la gran amenaza, sobre todo en verano. Puede que el número sea menor, pero son más grandes y cada vez comienzan antes y con comportamientos absolutamente atípicos. En 2022 ardieron más de 250.000 hectáreas en todo el país y este año tampoco hay tregua. En junio de 2023 ya se habían producido en España 14 grandes incendios forestales, cinco veces más que la media del último decenio. Lidiando con el fuego en primera línea se encuentran hombres como Rubén Cortés Guerrero, uno de los cinco cabos del parque de bomberos de Mijas (Málaga). Trabaja en turnos de 24 horas junto a otros 25 bomberos, un sargento y un suboficial.

Ser hijo de bombero no lo es todo

Lleva bastante más de 20 años en el cuerpo, pero, como hijo de bombero, podría decir que la profesión y todo lo que supone bregar con la vida cotidiana desde un oficio que reclama tanto, en cualquier ángulo que se nos ocurra, lo ha mamado desde que nació. Sin embargo, aunque vivirlo tan cerca le hizo apasionarse, no cree que eso fuese suficiente para elegir este oficio y comprometerse con él para el resto de su vida. "Esto es muy vocacional. Te tiene que encantar la profesión y a mí desde pequeño me ha fascinado. Los trabajos, las intervenciones siempre diferentes y alejadas de la monotonía. Solo los bomberos sabemos qué es y nos encanta".

Aunque su segundo apellido -Guerrero- podría llevar a pensar en una especie de pronóstico al nacer, realmente nada tiene que ver en su carácter valeroso. Sí lo han sido los años de formación y de una preparación que nunca acaba. La veteranía del bombero es un valor que ayuda a templar el corazón cuando este solo quiere desbocarse. "Cuando recibes una alarma, el corazón se te acelera y sientes una activación máxima que se va relajando y controlando a medida que vas cumpliendo años. La experiencia te enseña a llevar tu pulso a la normalidad una vez que recopilas información sobre esa emergencia y conoces el tipo de intervención y las adversidades a las que te vas a enfrentar".

Hay que mantener a raya el cuerpo y la mente

Está previsto que a finales de año se amplíe la plantilla con cinco bomberos de nuevo ingreso. Su experiencia será de nuevo ese gran distintivo para los que empiezan, que se fijarán en él y otros bomberos veteranos para ir forjando su carácter en las situaciones más complicadas. Más de dos décadas de oficio dan para mucho: rescates dramáticos, desastres, peligros, momentos de taquicardia, situaciones difíciles y de gran intensidad emocional. Cortés sabe lo que hace y cómo dominar cada emergencia, controlar la situación de peligro, mantener a raya el físico y la mente para no dejarse vencer por la fatiga psicológica o física o cómo recuperar el ritmo de la vida después de una tragedia o unas horas de pánico.

Cómo evitar el miedo que te incita a escapar

Entre esas lecciones que le ha dado una vida de bombero, está la superación del miedo. "Es un sistema de protección del ser humano y es importante tenerlo. En situaciones peligrosas como la nuestra, ese punto de miedo es bueno para no ser imprudente. Pero tienes que controlarlo o intentar que no te paralice. Sabemos que tira a paralizar o a buscar la evitación, a salir de la zona de peligro. Es necesario dominarlo, pero eso es algo que da la confianza en ti mismo y la experiencia de situaciones que hayas podido tener".

En su caso son muchas y en infinidad de ocasiones muy gratificantes. "Las más satisfactorias son aquellas en las que puedes salvar la vida a las personas", indica. Menciona el caso de algunos salvamentos en el mar, escapes de gas, rescates en altura, accidentes de tráfico o incendios de viviendas. "He vivido una gran diversidad de operaciones en las que he tenido esa oportunidad y es una de las cosas más bonitas que te pueden ocurrir en la vida", añade.

Lo peor que puedes presenciar es un suicidio

También las ha habido desagradables y admite que algunas dejan especialmente tocados a quienes participan. "Es el caso de los accidentes de tráfico y los suicidios. Se te graban imágenes en el cerebro que tendrás luego que buscar la forma de eliminarlas". De los incendios forestales la sensación que le que queda es pena. "Sientes muchísima tristeza de todo lo que se está perdiendo porque sabemos que la recuperación es muy lenta. El bosque y la naturaleza es nuestra vida. También son inevitables la rabia y la impotencia. Uno quiere apagar lo más rápidamente posible, pero por desgracia exige mucho tiempo. Son muchos factores los que influyen".

Por qué los incendios son cada vez más grandes

En general, las causas principales en los incendios españoles son la subida de las temperaturas, el abandono de las zonas rurales, que provoca más vegetación, y la aridez extrema. El municipio de Mijas es especialmente vulnerable, según nos dice Cortés, por su gran masa forestal. La prevención debería ser, en su opinión, prioridad absoluta. "Trabajar en ello puede permitir que al menos los riesgos se minimicen", opina Cortés. Cree que, por fin, las administraciones van teniendo "más conciencia de la importancia de los medios humanos y materiales para afrontar con garantía los incendios forestales". Permiten una respuesta inmediata y eficaz para extinguir el fuego lo más pronto posible. En esta prevención, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) promueve iniciativas que permitan recuperar paisajes resilientes al fuego, vivos, rentables y menos inflamables.

Barbacoas, colillas, quemas de rastrojos...

También como sociedad, Cortés considera que deberíamos asumir nuestra corresponsabilidad en la prevención, puesto que a menudo el detonante es "una barbacoa que se realiza donde no se puede, el cigarrillo que se arroja desde la ventana del coche a la cuneta o la quema de rastrojos de una parcela en días de viento o de alta temperatura. Son detalles que parecen insignificantes, pero pueden desencadenar un incendio de grandes dimensiones".

Por cada fuego apagado y cada vida salvada, este cabo malagueño entiende que cualquier sacrificio ha valido la pena. Lo supo desde que decidió opositar. "Ya entonces me quité de muchas cosas. Tiempo con amigos, familia, aficiones. Cuando tomas este camino sabes que todo está enfocado para la preparación física y, una vez que accedes, tanto uno mismo como la familia son conscientes de esas renuncias y de que en cualquier momento te pueden requerir para una intervención y vas a dejar todo para ayudar a tus compañeros. No hay nada mejor que socorrer a una persona y salvar vidas. Si encima es con tu trabajo, es doblemente reconfortante".