Ocurre en todas las ficciones apocalípticas: la última frontera de nuestra degradación como especie es el canibalismo. Se trata de una línea atávica que ni nos plantamos cruzar. Salvo que juegues en un equipo de rugby y se caiga tu avión en medio de los andes y pases más de 70 días en la nieve, sin comida ni mayor refugio que los propios restos del avión. Por supuesto, no siempre ocurre lo que ocurre en 'La sociedad de la nieve', de Juan José Bayona, última de las muchas aproximaciones que se ha hecho a la llamada 'tragedia de los andes' ocurrida en 1972. Y una de las muchas que lidian con el 'canibalismo'.
Pero ¿cómo es eso de que 'ya no nos comemos entre nosotros'? ¿Alguna vez lo hicimos? Sí, durante mucho tiempo. El escritor y guionista Manuel Ríos lo explica muy bien en este hilo de twitter. Él mismo explica que hay rastros de canibalismo en comunidades humanas de hace 800.000 años, como probaron unos restos hallados en las excavaciones de Atapuerca realizadas en 1994. Aunque un hueso humano con marcas de dentadura también humana hallado en Kenia podría retrasar esa fecha a un millón y medio de años atrás.
Suena bastante lejano y primitivo, sin duda, pero recientes estudios aseguran que apenas hace 15.000 años los europeos se comían a sus muertos, no por hambre, sino como ritual funerario. Al menos así lo demuestra un análisis de huesos descubiertos en diversos yacimientos arqueológicos de todo el continente, incluidos Polonia, Rusia, Alemania, Bélgica, Francia, Inglaterra y España.
¿Por que lo dejamos? Por el desarrollo de emociones como la empatía, para empezar. Pero también porque rentaba más nuestros antepasados cazar un animal que a un prójimo. Tanto el poder nutricional como la cantidad de la carne que podía proporcionar, por ejemplo, un caballo o cualquier otro mamífero era muy superior al que se obtenía de otro humano.
Así, con el origen de las civilizaciones más recientes, el canibalismo pasó a ser un tema tabú y a ser sinónimo de horror y animalidad. Pero lo cierto es que esa pulsión no desapareció sino que se transformó en una patología cuya existencia no podemos negar. Casos como 'el caníbal de Las Ventas' o el 'caníbal de Turia' dan cuenta de que el canibalismo es una forma de agresión que revela una enfermedad mental incontrolable.
Como le dijo la psicóloga forense Sonia Rodríguez Báñez, a '20 Minutos' sobre estos casos: "Hay que distinguir los rasgos de la personalidad de la psicopatología. En muchos de estos casos, de lo que se puede hablar es de rasgos muy elevados de psicopatía combinados con una serie de factores de riesgo, como son el haber sufrido abusos, malos tratos, o situaciones traumáticas en la infancia". Perversiones más sofísticadas, digamos, tienen que ver con elementos rituales como los que retratan personajes ficcionales como el psiquiatra Hannibal Lecter, cuyos gustos antropofágicos ni impiden que tenga legiones de fans.
¿Alguna vez has estado de vacaciones en el Caribe? El origen de la palabra caníbal es todo viaje semántico que va desde "osado" hasta "devorador de carne humana". Al parecer, cuando Cristóbal Colón encontró llegó a la isla que denominó La Española en su primer viaje, encontró que los caribes -habitantes originales de la isla- practicaban la antropofagia. Cariba o caniba, significaba para los locales en idioma taíno "osado o audaz", mientras que para sus enemigos (y habituales víctimas de su antropofagia), los arawak, significaba, naturalmente, "enemigo".
Para los invasores blancos, sin embargo, si había un rasgo particular entre los caribes, caribas, o canibas, era aquello de devorarse a los enemigos. Y de ahí que llamaran a 'canibalismo' al acto.
La colonización, por supuesto, con el exterminio de poblaciones, la aniquilación de culturas, el esclavismo y el expolio, es otro tipo de 'canibalismo'. Y el resto es historia gastronómica.