¿Te desesperas cuando miras tu móvil y no hay mensajes nuevos? ¿Observas con envidia las vidas que otros muestran en sus redes sociales? ¿Sientes constantemente que te estás perdiendo algo? Es muy posible que sufras el síndrome FOMO o 'Fear of missing out', cuya traducción sería miedo a no estar a la última. En un entorno que cambia tan rápido como el digital y que implica adaptarse en tiempo récord a nuevos hábitos de consumo, formatos y entornos, cada vez crece más la ansiedad por estar al día de todo y el temor a quedarse fuera de la fiesta.
En los últimos 25 años las cifras de ansiedad y depresión han aumentado un 70% y las redes sociales están fuertemente ligadas a ese crecimiento, según un informe de la Royal Society of Public Health británica. En realidad, el fenómeno FOMO ha existido siempre y en distintos ámbitos, en el trabajo o en las relaciones de amistad, pero las redes sociales no han hecho más que hacerlo más evidente. Toda la vida han ocurrido muchas cosas al mismo tiempo, pero ahora somos más conscientes de ello, y de un solo vistazo. Es lo que en psicología se llama 'efecto sincronía'.
Actualmente hay en España más de 40 millones de usuarios registrados en redes sociales. La gran mayoría acceden a ellas a través del teléfono móvil, al alcance de la mano de cualquiera 24 horas al día. Según el informe Digital 2021 España, le dedicamos una media de 1 hora y 53 minutos al día a estas plataformas, siendo las más utilizadas WhatsApp y Facebook. El Ministerio de Sanidad estima que más de un millón (1.139.000) de usuarios de las redes hacen un uso compulsivo de internet.
¿Quiénes tienen más tendencia a padecer este síndrome? Puede parecer que los problemas derivados del uso abusivo de las redes son solo cosas de jóvenes pero es algo transversal a nuestra sociedad hiperconectada. En general, aquellos que son más perfeccionistas o autoexigentes, quienes lidian con una sensación interna de insatisfacción, son los más proclives. Ojo, en psicología el FOMO no está considerado un trastorno en sí mismo, aunque sí que implica una serie de síntomas como estrés, ansiedad, frustración o dificultad para concentrarse. Idealizar lo que ocurre en las redes sociales aumenta la sensación de insatisfacción. Eso no causa directamente ansiedad o depresión, pero sí puede potenciarlas.
El FoMO puede ser difícil de reconocer y aceptar. Identificarlo y aceptar que lo tienes es el primer paso para superarlo. Estos son los síntomas más comunes:
En primer lugar, tenemos que procurar devolverle la prioridad a nuestras relaciones reales. Debemos reducir sistemática y gradualmente la presencia en redes sociales, así como el uso de dispositivos electrónicos con acceso a internet como móviles, tablets u ordenadores, y dedicar el tiempo libre a actividades físicas fuera de Internet. En el lado opuesto al FOMO se encuentra el JOMO (joy of missing out, o alegría de perderse algo), que es la respuesta a esa ansiedad y promueve el hecho de "desintoxicarse" de las redes sociales.
En segundo lugar, no debemos dar por sentado que todo lo publicado en las redes sociales es cierto y tomar conciencia de que las personas no tienen vidas perfectas. En realidad, desconectarse o reducir el uso de las redes no tiene por qué implicar que el FOMO desaparezca. No se trata tanto de demonizar Instagram, TikTok o BeReal, sino de aprender a regular su uso e identificar qué es lo que realmente necesitamos. No es tanto disminuir el uso, sino de hacerlo más enfocado.