Los coches cada vez son más modernos para facilitarnos la conducción y la conectividad mientras estamos a los mandos del volante. Ya no hablamos solo de la pantalla multimedia o los sistemas de infoentretenimiento, también se han instaurado las llaves sin contacto en los nuevos vehículos que salen al mercado. Todo esto, por muy bien que nos venga y facilite muchas cosas, es una vía más para los hackers y ciberdelincuentes para acceder a nuestros coches.
Es verdad que un propietario no suele ser el principal objetivo de los ciberdelincuentes, que se fijan más en entrar en las entrañas de los concesionarios o los fabricantes. Pero una vez el coche llega a tus manos, sigue siendo objeto de sufrir un ataque, principalmente a través de las smart keys (llaves sin contacto) y los sistemas de infoentretenimiento. Dos puntos clave por los que pueden acceder al vehículo y robarlo o sustraer objetos que se encuentran en el interior.
El principal problema se encuentra en las llaves sin contacto con las que se puede abrir y desbloquear la puerta del coche sin tener que hacer nada, solo acercarnos, o arrancar el motor sin necesidad de introducir la llave como se ha hecho toda la vida. Una tecnología que a priori parece ideal, pero que ya le ha dado problemas a más de uno, y sin ser víctimas de un hacker, ya que pueden bloquear sin querer el coche, por ejemplo.
Precisamente, son fáciles de hackear al recoger sus ondas electromagnéticas y replicarlas, con lo que facilita el acceso de los ladrones al vehículo.
En cuanto a los hackeos por medio del sistema de infoentretenimiento por el que nos conectamos a nuestro teléfono móvil a través de puertos USB, WiFi o bluetooth, sistemas que pueden facilitar el acceso al interior de nuestro vehículo a los hackers. Para evitar que accedan, es esencial saber siempre a qué red nos conectamos y desconectarnos siempre antes de abandonar el coche.
Las autoridades pretenden mejorar la seguridad de este tipo de tecnologías de manera que a partir de julio de 2024 cualquier vehículo que se homologue en la Unión Europea debe tener un certificado de ciberseguridad. Si no se cumple con ello, los fabricantes se enfrentan a multas que pueden llegar a los 30.000 euros por cada vehículo.