Los emojis forman parte de nuestro día a día, y ya tienes que desconectar mucho del dispositivo para no recibir al menos un mensaje diario que contenga uno de ellos. Los ves (y utilizas) en tus conversaciones de WhatsApp, en las redes sociales y en otras publicaciones. Caras que representan algún estado de ánimo, animales, corazones, frutas, objetos, banderas… La cartera de emoticonos es múltiple y hasta el que se resignaba a utilizarlos lo hace, pero no todo el mundo los interpreta de la misma manera, incluso su ausencia en una conversación es en ocasiones visto como una bordería.
Eso es en lo que ha profundizado un equipo de investigadores de la Universidad de Nottingham en un estudio publicado en Plos One, donde afirman que la edad, el género y la cultura influyen en la manera en la que cada persona interpreta y comprende un emoji frente a otros individuos.
El estudio, publicado hace unas semanas, contó con la participación de 523 participantes de entre 18 y 84 años procedentes de Reino Unido y China con los que utilizaron seis emojis diferentes (representan las emociones felicidad, disgusto, temor, tristeza, sorpresa y enfado) en cuatro formatos distintos (Apple, Android, Windows y WeChat) al presentar algunas variaciones.
Para el trabajo, los expertos evaluaron la frecuencia con la que las interpretaciones del significado de cada emoji coincidían con la emoción que ellos le habían asignado. La autora principal de la investigación, Ruth Filik, señala como las mujeres se asemejaron con mayor frecuencia a la etiquetación que habían hecho que los hombres.
Por ejemplo, en reconocer los emojis que representan sorpresa y disgusto no hubo diferencia entre sexos y precisamente esa última, disgusto, fue la única que no tuvo diferencia alguna por edad, género o cultura.
Donde más diferencias notaron fue en lo referente a la edad, pues el estudio expone que existe una “ventaja general en la precisión para los participantes más jóvenes”, que están más familiarizados con los emojis, un factor que se tuvo en cuenta a la hora de desarrollar la investigación porque podría justificar las diferencias entre el grupo de mayor edad y los más jóvenes.
Por ello, respaldan que los jóvenes utilizan y han crecido más ligados a los emojis que los adultos. “El hallazgo dominante sugiere que los adultos jóvenes son más precisos que los adultos mayores a la hora de reconocer las emociones faciales”, señala el estudio.
Los emojis facilitan la comunicación y se han colado en nuestra forma de expresarnos por vía escrita, lo que provoca que no siempre la interpretación de uno, además del contexto de cada conversación, sea la misma, especialmente por las diferencias de edad o de cultura.
El propio estudio se centra en dos culturas diferentes, la inglesa y la china, y en estos últimos el emoji de sonrisa, que está categorizado como feliz, no siempre se usa en un contexto que signifique felicidad, sobre todo en la población china, que suele usarla como sarcasmo.