A veces un simple gesto puede llegar a dar una gran alegría y a sentirte bien contigo mismo. Estando en una sociedad en la que parece que prima el individualismo y el egoísmo, en una vida en la que parece que vamos excesivamente centrados en nosotros mismos, sin prestar atención a lo que le ocurre a los demás, actos que no deberían llamar la atención terminan viéndose como algo heróico. Algo así es lo que ocurrió hace unos días, cuando algunas personas nos recuerdan que hay quien sigue prestando atención a lo que ocurre alrededor y no duda en prestar su ayuda a quien lo necesite.
Ha sido el caso de Cam, una joven que en los últimos días ha contado en X, red social antes llamada Twitter, como tuvo que ayudar a una mujer que se había caído durante varias horas. No por hacer alarde de su gesto, sino porque días después, la mujer de la que se había hecho cargo se presentó en su casa para darle un pequeño detalle por su ayuda.
“Ayudé a una vecina de 92 años que se había caído en su casa. Esperé a la ambulancia, llamé a las hijas, dos horas acompañándola”, explicó en sus redes sociales la joven sobre lo que le había ocurrido con su vecina de 92 años tras caerse.
No obstante, lo que no pensó es que su buena acción terminase en un momento de lo más emotivo, pues a los días la mujer le “tocó el timbre y apareció”. Llevaba una pequeña nota escrita de su puño y letra en la que, tal y como muestra, se leía que “lo que hiciste no se puede pagar con nada. Mil gracias”.
Para la joven fue muy emocionante, ya que tal y como explicó, su abuela “también me escribe mensajitos en papel”. La publicación se hizo viral rápidamente, con más de un millón de visualizaciones en la que la mayoría de los comentarios van a aplaudir el gesto de la joven, pero también a poner en valor el gesto de la señora.
Así, muchas personas no dudaron en recalcar que esos gestos son los que nos deben hacer no olvidar que lo correcto siempre es hacer el bien y prestar ayuda a quien lo necesita, mientras que otros resaltaban que efectivamente la letra de la mujer les recordaba a la de su propia abuela. “La letra es todas nuestras abuelas”.