Hay amistades que llegan sin pretenderlo y de forma inesperada. Siempre bienvenidas, estrechar lazos con otros es beneficioso para las personas, aunque de vez en cuando surgen historias algo más curiosas de lo que se suele ver, como la de Xavier Bouget, un jubilado francés de 80 años que desde hace dos años tiene un amigo inseparable: una paloma blanca. Y no, no es que el hombre se sentase cada tarde a darle de comer migas de pan, todo comenzó después de salvarla de ser el almuerzo de un gato.
Todo pasó en un día en el que el hombre volvía a su casa y se encontró a una paloma sin plumas tras caer del nido al intentar escapar de un gato. Aunque Xavier no le hizo especial caso, al llegar a casa le contó lo sucedido a su mujer, que le preguntó por qué no había auxiliado al animal al verlo. Esto hizo que el hombre lo repensara, así que volvió a por ella, la cogió y comenzó a cuidarla cada día durante un tiempo. "Le di de comer un mes y medio con una jeringuilla de comida cinco veces al día", comentó a un medio francés.
Xavier era cazador, aunque trabajaba en una empresa de suministros de construcción, quizá por eso no pensó en ayudar a la paloma en un principio, pero hace tiempo que dejó el rifle y lo sustituyó por una cámara para capturar la naturaleza y los animales, dos de sus pasiones. Después de cuidar de Blanchon, así ha llamado a la paloma, esta no se despega del hombre y lo sigue a todas partes sobre su hombro, cabeza o incluso andando.
En declaraciones a The Guardian, el jubilado comentó que muchos le preguntan cómo ha logrado domesticar a la Blanchon de esa manera y él lo tiene claro, no hay truco, solo es necesario el respeto, por eso nunca ha intentado domesticarla. "Una vez que respetan al animal por lo que es, es una criatura que comparte la Tierra con nosotros. Solo hay que tener paciencia, entender cómo viven y adaptarse a su vida, porque se adaptarán a la tuya", relató al medio.
Todo ello ha hecho que la casa de Xavier se convierta en el hogar de Blanchon aunque siga siendo totalmente libre, siempre aparece por casa de la pareja de jubilados, primero por la ventana y luego se cuela para posarse sobre el armario. "Sé que no se queda por la comida, hay algo más. Hay que reconocer cierto sentimiento, quizás amistad. Me reconcilia aún más con la naturaleza", dice.
De lo que no cabe duda es que es amistad. Solo hay que ver sus imágenes en la televisión francesa donde la paloma se posa sobre la cabeza del hombre cuando sale en bicicleta, se deja coger tranquilamente o va tras él, ya sea caminando o volando, cuando la llama, incluso se dan algún que otro beso para demostrar su cariño. Se ve que entre el gran terreno que tiene en casa de Xavier y sus cuidados, Blanchon tardará mucho en irse de la vera del jubilado.