Hace poco más de un año nos dejaba Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido por todos como Quino, el dibujante y viñetista que acompañó con su obra a lo largo de su infancia a boomers, a millennials e incluso lo sigue haciendo con la generación Z gracias a las historias, mensajes y reflexiones que lanzaba en sus dibujos. Su obra más grande y reconocida fue, sin duda, Mafalda, aquella niña que continúa en el imaginario de sus lectores, aunque su tirada finalizase en 1973 tras 10 años de publicaciones. Cuando Quino falleció, salió a la luz una carta que él mismo le envió en los 90 a una lectora, Marcela Soledad Marchetti, que le preguntaba por qué había dejado de publicar la tira de Mafalda.
El escrito data de junio de 1995, cuando Quino le dedicaba estas palabras a una entonces joven Marcela. "Gracias por tu carta. Mientras tenga lectoras como vos, Mafalda no desaparecerá. La dibujé durante 10 años. Imagínate a vos misma desde tus 3 años hasta ahora haciendo una misma cosa. ¿Hubieras sido capaz? Lo dudo. Vivir es ir cambiando. Además, la vida nos cambia, queramos o no. Te mando un beso, Quino".
Tras 25 años y con el fallecimiento del artista, Marcela descubrió la carta que el propio Quino le mandó cuando tenía 13 años y su máxima preocupación era que la tira de Mafalda siguiese publicándose. Tal y como ella comentó entonces en una entrevista a Medio Glocal, esa carta le ha acompañado durante esas más de dos décadas sobreviviendo a mudanzas y a momentos en los que, sin querer, han querido tirarla. Eso sí, ahora la tiene en su despacho, donde se dedica al diseño gráfico.
Cuando publicó la carta hace algo más de un año, lo hizo porque lo consideró una forma de despedirse y un homenaje para él sin pensar en que fuese a tener tal repercusión. Entonces, ha contado la historia de cómo se fraguó el envío de la carta.
Por aquel entonces, obviamente, ella vivía en casa de sus padres, en donde cuenta que hay una gran biblioteca repleta de libros. Las publicaciones de Quino se encontraban en la parte baja, y así, al ver que tenían dibujos, sobre los 10 años le llamaron la atención, tanto que en los veranos se llevaba las tiras a la playa para seguir leyendo, hasta que con 12 o 13 años acabó con toda la colección. Fue ahí cuando ella relata que le preguntó a su madre si podía comprarle más, la cual le explicó que era una colección de su infancia y que ya no se escribía más.
Ahí quiso enviarle una carta al autor que, recuerda, su madre transcribió porque le pareció tierno ese gesto y, ahora que la ha encontrado, se ha dado cuenta que al volver a escribirla calcó hasta sus faltas de ortografía propias de una niña de su edad. "Quería tener un registro de lo que en ese momento le habías puesto", le dijo su madre.
En aquella carta de marzo del 95, que ahora dice que no la escribiría así, cuenta que ponía lo siguiente: "Quiero que sepa que tengo 13 años y soy fan de su Mafalda, me encanta, aunque hay chistes que me los tienen que explicar. Le escribo para agradecerle por tan buenas historietas. ¿No es posible que las volviera a escribir? No quiero que Mafalda y su familia desaparezca. Gracias".