Continúan los reencuentros. El proceso de vacunación ha logrado que algunas medidas se suavicen y que la curva de contagios baje prácticamente en todo el mundo. Aún así, no todos los países han sufrido de la misma forma la pandemia, entre ellos Nueva Zelanda, uno de los menos castigados por la pandemia y que, a día de hoy, se considera una región libre de covid-19, en total han tenido unos 2.600 casos en toda la pandemia teniendo una población de casi 5 millones. Y así lo ha vivido la periodista Lucía Gómez-Lobato en su largo viaje hasta el país para vivir un emocionante reencuentro familiar, abrazo incluido.
Nada más y nada menos que un viaje de 18 días para volver a ver a la familia. Ese ha sido el largo trayecto que la periodista, junto a su marido y sus dos hijas, de 5 y 9 años, ha realizado para ir desde Brasil, donde residen y uno de los países más castigados por la pandemia, hasta Nueva Zelanda. "He saltado del país que peor ha gestionado la crisis al que mejor lo está haciendo. Y verdaderamente el cambio es abismal". Este era el primer tweet que Lucía lanzaba el 30 de abril sobre su viaje.
Un día después, desde sus redes contaba que se pasaría encerrada dos semanas en una habitación de hotel que, pese a saber dónde está, "podría estar en cualquier lugar del mundo", mostrando lo que veía desde su ventana, un torre iluminada por un lado, y el mar por otro. Y como esas dos semanas de cuarentena dan para mucho, la periodista ha explicado con todo lujo de detalles cómo es viajar hasta Nueva Zelanda.
"Bienvenidos. Tenemos un país libre de covid y así queremos que siga siendo. No les va a faltar de nada, pero por favor, cumplan su parte", con este mensaje cuenta que les recibieron en el país. Un total de unas 40 horas de viaje en la que, como comenta, han tenido que coger la única ruta posible desde Sao Paulo para recorrer un total de 27.000 kilómetros. Desde Brasil viajaron a hasta Doha, en Catar, de ahí otro avión para llegar a Australia y hacer un transbordo para coger otro que les llevase a Nueva Zelanda, en ese último vuelo cuenta que en un avión con capacidad para casi 300 personas a penas iban una 30.
Y tras todo este baile de vuelos, llegada a Nueva Zelanda para atravesar el aeropuerto donde les tomaron la temperatura, les hicieron una entrevista, entregaron formularios y declaraciones, además de tres controles de pasaportes y documentación. Como ella dice, "traemos todo, incluida la prueba PCR en origen. Y aún así, sentimos que nos tratan como a infectados. Pero así debe ser". Con todo en orden, les autorizan ir al hotel para las dos semanas de aislamiento sin sus pertenencias, pues cuenta que ellos se encargan de llevarlas. Para ello, dos autobuses para repartir a los viajeros e ir hasta el alojamiento, donde al llegar les dan mascarillas y la cena de ese día.
Hasta tres PCR que, si es negativa, les ponen una pulsera azul que permite un paseo, aunque con restricciones. Y más de dos semanas después de empezar el viaje, llega la alegría y la emoción.
"18 días, 4 CR, 27.000 kilómetros, 4 aviones y un autobús para verte por fin dos años y medio después. Vamos a celebrar tu 99 cumpleaños como te mereces". Con estas palabras la periodista llegaba al fin de la odisea con una imagen de lo más emotiva, el abrazo de sus hijas con su bisabuela que, como explicaba, está a punto de cumplir los 99 años. Un viaje de lo más atropellado, largo y tedioso que, finalmente, y gracias a ese abrazo y reencuentro, ha valido la pena. Ahora, a disfrutar del tiempo en Nueva Zelanda y su anómala normalidad.