Lo del castillo de Corbanera, en Santander, es una de esas historias que hay que leer con sumo cuidado para no perder detalle de lo ocurrido. Por no darle vueltas e ir directos, el castillo, Bien de Interés Cultural, pertenece ahora a los ocupantes que llevan décadas viviendo en él, o al menos eso es lo que dice un informe de la Universidad de Cantabria bajo la figura de usucapión, que lo que hace es otorgar la propiedad si se ejerce como dueño de un bien de manera pacífica durante un periodo que sea superior a tres décadas.
El castillo de Corbanera se construyó a finales del siglo XIX ante la amenaza de las tropas carlistas, que realmente nunca llegaron a la ciudad, por lo que no llegó a ser utilizado nunca. Por eso mismo, debido a los robos y los desperfectos, las autoridades buscaron un guardián para el castillo en 1879, el que fue el primer habitante del edificio y al que se le concedió permiso para construir una vivienda. No obstante, fue otra familia la que lo sucedió, familia que ha vivido ahí hasta la actualidad y ahora es una bisnieta la actual residente con su familia.
"Desde una fecha indeterminada de finales del siglo XIX, la fortificación ha sido ocupada sucesivamente por distintas generaciones procedentes de un tronco familiar común", exponen los catedráticos de la Universidad que han elaborado el informe, Juan Baró Pazos y Javier Barcelona Llop.
El informe, encargado por el ayuntamiento de Santander, detalla la evolución de la titularidad de la fortificación desde su origen hasta la actualidad. Historiadores y el gobierno autonómico habían defendido que el castillo era propiedad municipal, pero ahora el informe dice lo contrario. Por ello desde el ayuntamiento señalan al ejecutivo regional como los responsables de su protección, ya que la ley establece que es la Comunidad Autónoma quién debe hacerse cargo de los inmuebles declarados Bien de Interés Cultural.
Corbanera, que está dentro de la lista roja de patrimonio elaborada por Hispania Nostra, tiene un muro circular de 50 metros de diámetro, mientras que en el centro del patio se sitúa la torre. En el terreno, además, se encuentra un chalé, que es donde viven sus actuales habitantes, y un cobertizo. En los últimos años muchos turistas han ido a visitarlo hasta que al llegar se encuentran con que es una propiedad particular, aunque tiene su propio cartel informativo que cuenta la historia del edificio, impidiendo así la visita de un bien patrimonial.