Después de meses anunciado sus futuros periplos intergalácticos, Jeff Bezos por fin ha ido al espacio. El que hasta hace poco era CEO de Amazon se ha convertido en astronauta durante unos minutos, unos cuatro de los poco más de diez minutos que duró el vuelo al espacio con su propia nave, un poco de promoción para los viajes espaciales que quiere hacer con su compañía Blue Origin. Pero pese a que parezca que Bezos ha sido el primer gran empresario en pasearse más allá de la atmósfera, si tiramos de memoria no es así, aunque con la de noticias que protagoniza al día no es de extrañar que nos parezca el único que lo ha hecho.
Ayer Bezos, acompañado de su hermano, Wally Funk, una aviadora de 82 años, y Oliver Daemen, hijo de un empresario holandés, superaron los 100 kilómetros de altitud más allá de la Línea de Kármán, lo que se considera el límite entre la atmósfera y el espacio exterior. Pero quizá este viaje de Bezos ha quedado algo deslucido porque solo unos días antes el que voló fue Richard Branson, fundador de Virgin.
En el caso del magnate británico no llegó a superar los 100.000 kilómetros de altitud, pero se quedó a muy poco de alcanzarlos en una de sus naves de Virgin Galactic, dejando patente en apenas unos días la guerra existente entre los grandes empresarios por el mercado espacial y los vuelos más allá de la atmósfera que parece que poco a poco están más cerca de hacerse una realidad y convertir el espacio en un destino turístico más, para el que pueda costearlos.
Aún así, antes que Bezos o Branson, otros ricos se dieron un paseo por las estrellas. Entre ellos Guy Laliberté, fundador del Circo del Sol, visitó en 2009 la Estación Espacial Internacional donde pasó 12 días por el módico precio de 35 millones de dólares. Dos años antes Charles Simonyi, ingeniero de Microsoft, se paseó en 2007 por la Estación Espacial Internacional, hazaña que repitió en 2009, se ve que le cogió gusto al espacio. En total se gastó 60 millones por pasar primero 14 y luego 10 días en un destino privilegiado al alcance, por el momento, de los grandes magnates.
Pero ojo, que aún nos quedan periplos espaciales en los próximos meses. Según ha señalado Forbes, el empresario Jared Isaacman se embarcará en un vuelo en septiembre en la nave SpaceX Dragon, de Elon Musk, un viaje que tendrá algo de concienciación porque se estará destinado a la lucha sobre el cáncer infantil y uno de los viajeros será una sobreviviente de la enfermedad.
Para diciembre de este año Yusaku Maezawa, un multimillonario japonés será un turista espacial al visitar la Estación Espacial Internacional, aunque sin haber despegado, ya tiene otro viaje preparado para el espacio en 2023, en el que pretende ir a la Luna. Estos ya tienen fechas cerradas, pero hay otro tanto de millonarios que tienen previsto subirse a una nave y volar más allá de la atmósfera.
Todos estos viajes tienen un propósito, que más tarde o más temprano el espacio se convierta en un destino turístico más pero, ¿podrá ir cualquiera teniendo en cuenta la millonada que puede costar actualmente embarcase en uno de esos viajes? Puede pasar como ha ocurrido con todo, que con el tiempo y la demanda sus precios se abaraten hasta que sean viajes a los que gran parte de la población pueda acceder tras un tiempo de ahorro, pero por el momento no es lo más saludable para el bolsillo a no ser que seas uno de los famosos que ya tiene su billete reservado.
Con el avance de la tecnología y la investigación también es probable que se descubran nuevas formas de viajar más allá del cielo haciendo que se abaraten los costes del vuelo y, por tanto, también los billetes, permitiéndonos disfrutar de un paisaje estrellado impensable hace solo unos años. ¿Cuándo lo podremos hacer? Quien sabe, quizá más pronto que tarde. Por el momento viajar al espacio se escapa de las manos de la mayoría al tener que desembolsar, como mínimo, seis cifras para subirte a una nave y sentirte un verdadero astronauta.