Imagina una regresión hacia las calles de tu antigua ciudad o pueblo. Salir de casa, enfilar la calle principal y, de repente, ese olor a pan recién hecho, a horno encendido. Hay olores que se quedan para siempre en nuestro subconsciente y que, inevitablemente, nos recuerdan a todo aquello que fuimos dejando atrás con cada cambio de provincia o país. Pero, ¿y si fuera posible recuperar todos los hedores que han formado parte de las sociedades entre el siglo XVI y el XX? Un proyecto financiado por la Unión Europea pretende conseguirlo.
'Odeuropa' es el nombre que ha recibido el proyecto de algunos investigadores y que ha contado con una subvención de 2,8 millones de euros por parte de la Unión Europea. Se trata de una iniciativa que busca recuperar las experiencias olfativas y sensoriales de siglos pasados. A través de la investigación del patrimonio cultural, se buscará responder a la siguiente pregunta: ¿cuáles son los aromas clave y las fragancias que han dado forma a nuestras culturas?
El método se basará en un proceso de extracción de datos sensoriales a través de colecciones de imágenes y textos digitales a gran escala, utilizando la inteligencia artificial. Ello servirá, según los impulsores del proyecto, para "salvaguardar nuestro patrimonio olfativo". Para conseguirlo, las extracciones se guardarán en una gran base de datos para luego ser expuestas en museos y espacios culturales. Tanto los buenos olores como los malos serán expuestos, ya que las ciudades de antaño oían peor.
A través de profesionales de distintas disciplinas y materias, tales como la historia del arte, la historia, la lingüística computacional o la museología, se establecerán "métodos novedosos en la minería sensorial y la ciencia del patrimonio" para recopilar información olfativa. Se entrenarán a los ordenadores para que puedan reconocer y descodificar los olores a partir de imágenes y textos. Frutas, quesos, incienso, tabaco, estiércol... La gama de hedores es muy amplia, tanto como las ciudades del continente europeo.
En el proceso trabajarán, además de museos, artistas y perfumistas profesionales. El resultado permitirá conocer, por ejemplo, las fragancias que podían oírse en la Inglaterra de finales del siglo XIX o la Francia que vino tras la caída del absolutismo. El objetivo final, cuentan los responsables del proyecto, será mostrar las potencialidades y virtudes del sentido del olfato y poner en valor el patrimonio olfativo como medio viable para conocer épocas pasadas, en un ejercicio de puesta en valor del "patrimonio inmaterial de Europa".
El proyecto se iniciará en enero, aunque se comenzó a trabajar en él en los meses previos a la pandemia. Sin embargo, el coronavirus trastocó los planes y retrasó la puesta en marcha de la iniciativa. Ahora, después de que el confinamiento haya limitado la vida social, también los olores han cambiado: no hay tantos bares y restaurantes abiertos, ni tiendas, ni coches, factores que alteran las fragancias de las ciudades.