A menudo, los turistas que vienen a España creen que lo más representativo de la cultura de nuestro país son las tapas, la siesta, la playa y el flamenco. Y en cierto modo no les falta razón; hay una gran parte de lo popular-español que gira en torno a esas tradiciones. Pero como en todos los lugares, existe una capa más profunda, alejada de lo superficial y conocido, que nos define mucho más como país. Y en ese núcleo subterráneo están, sin lugar a dudas, las 'charlas a la fresca' una costumbre tan arraigada que incluso un pueblo gaditano ha planteado que se reconozcan como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Si viajas por cualquier pueblo de España en verano y sales a dar un paseo nocturno, posiblemente te encontrarás con una estampa similar a la que comentamos. Personas de edad avanzada sentadas en una silla enfrente de su casa y compartiendo impresiones con algún amigo de toda la vida, valorando la llegada de turistas o actualizando la información de algún vecino de segunda residencia al que le han pasado muchas cosas este año.
En Calles, un municipio valenciano de apenas 380 personas, la costumbre está tan arraigada que incluso cortan las calles del centro -valga la redundancia- para facilitar todavía más estas 'charlas a la fresqueta'. Se trata de una medida con mucho recorrido en el pueblo, tomada para que las personas de edad avanzada no tengan ningún impedimento a la hora de salir a comentar la jugada cada noche.
"Muchas de nuestras calles son peatonales y en ellas no se puede circular. En el pueblo no se puede aparcar, pero sí se podía circular por algunas de estas calles, por lo que era un desagravio para los otros vecinos. Lo que hemos hecho ha sido prohibir la circulación entre las 21 y las 6 de la mañana por el pueblo, para que todos los vecinos puedan disfrutar", cuenta Consuelo García, alcaldesa de Calles, a Uppers.
Aunque la prohibición de aparcar en el pueblo no es nueva -lleva años realizándose, tal y como indica la alcaldesa-, sí es la primera vez que se corta el tráfico rodado por la noche para facilitar las conversaciones vecinales a la luz de la luna. Fue el mismo consistorio el que, atendiendo al rumor de los ciudadanos -"aquí nos conocemos todos"-, decidió que la noche era para los mayores y no para los coches.
"Nuestras calles son estrechas. Si tiene que pasar un coche, se tienen que apartar. Por ello, limitamos el tránsito por la noche, sobre todo en el centro y el casco antiguo. Está prohibido pasar por las calles principales, por las que puede haber tráfico rodado, para no molestar", resume a Uppers Eduardo Guerrero, guía turístico del pueblo.
Esta medida se lleva tomando desde hace años y permanece en vigor durante la época estival hasta el 31 de agosto, coincidiendo con el fin del verano. "En verano podemos ser 400 o 500 personas, pero tampoco es que exista un tráfico rodado excesivo. Si tiene que pasar un coche y tiene que levantar a toda la calle es incómodo, por eso se tomó la medida; se trata de hacer un poco de convivencia, a menos que exista alguna urgencia", explica Guerrero.
La decisión ha sentado muy bien a los vecinos, que ven con buenos ojos la peatonalización total del pueblo durante las horas de la noche, según afirma la alcaldesa. Ahora solo queda disfrutar y compartir. Porque esto, más allá de 'tablaos', chiringuitos y paella, también es España.