“Estoy pa’ hacerme selfies si me da la puta gana. El precio de la fama para mí no es es hacerme selfies contigo”. Así de tajante respone Karra Elejalde cuando le preguntamos por el precio de la fama y el peaje que está dispuesto a pagar por él. “Siempre he querido ser una actor solvente, o prestigioso, o talentoso más que ser un actor conocido, y a raíz de ‘Ocho apellidos vascos’ me he sentido más asediado. Me ha condicionado. Ahora cuando entro a un restaurante me busco un sitio que se me vea menos, me pongo de espaldas a la multitud… Las fiestas me las hago en casa, porque aunque la gente es muy educada a las 12 del mediodía o a las 6 de la tarde, a las 2 de la mañana está muy pesada”.
Cuando la fama le llegó a Karra Elejalde en 2014 con ‘Ocho apellidos vascos’ tenía mucha vida vivida y mucha trayectoria como actor. Había rodado con algunos de los directores más relevantes de España, como José Antonio Zorrilla, Julio Médem, Álex de la Iglesia, Juanma Bajo Ulloa e Iciar Bollain. De hecho ya tenía un Goya como Mejor Actor por su interpretación de Cristóbal Colón y el actor que lo interpreta, Antón, un hombre enfermo y alcohólico en También la lluvia (2010) antes de recibir el mismo galardón por interpretar a Koldo en ‘Ocho apellidos vascos’.
“Yo nunca he buscado esto. Yo sería mucho más feliz haciendo lo mismo, cobrando lo mismo y siendo un desconocido. De verdad que si pongo en la balanza lo que ha supuesto para mí hay una parte que pesa más que es incomodidad”, zanja. El actor no se siente especialmente cómodo con la fama así como tampoco con todas las nuevas formas de interacción humana que han nacido principalmente en la última década:” No tengo redes, no tengo Twitter, no tengo Facebook, no tengo Instagram, no las necesito y me hace muy feliz. Yo no me voy a poner en contra de los gustos de la gente, pero creo que estamos perdiendo cosas consustancialidad con el mundo”.
Será porque Elejalde viene de una juventud en el teatro, de escribir canciones para grupos como Hertzainak y Korroskada, que siente que las personas que son jóvenes ahora andan demasiado centradas en todo lo que no importa: “Yo creo que la juventud de antes el 90% con sensibilizaciones ideológicas, ahora la gente pasa de eso como de la mierda. Y los partidos ecologistas, fíjate Izquierda Unida en España, no han medrado, no van a mejor”, cuenta indignado. “Pienso que no hay animal, ni mineral, ni vegetal más lesivo y más dañino para el planeta tierra que el ser humano. Somos egoístas y pensamos que somos el centro del universo. La tierra sin nosotros viviría de puta madre, nosotros sin la tierra no. Y nos la estamos cargando. Quién tiene ganas de tener un hijo, de tener un nieto… ¿Qué les espera? ¿Qué futuro?”.
Cuando le pedimos a Karra un consejo para los jóvenes de ahora nos dice: "Que las grandes ciudades no son la solución. España particularmente está despoblada y la felicidad se puede encontrar volviendo a nuestros orígenes". Tiene sentido que Karra (en su DNI Carlos Elejalde Garay) tenga este discurso sobre las grandes capitales. Siendo él uno de los actores más cotizados a nivel nacional ni viene de una gran ciudad ni se ha resignado a vivir en una. Karra nació en Salinas de Léniz, un pueblito de poco más de 200 habitantes en Guipúzcoa, en el año 1960. A los 14 años se mudó a Vitoria-Gasteiz y su siguiente lugar de residencia ha sido la localidad catalana de Molins de Rei, nada de metrópolis.
“Internet me parece un invento maravilloso. Ahora en internet todo el mundo es médico, todo el mundo es arqueólogo, todo el mundo es todo porque en internet está todo… Pero en internet no están las sensaciones, ni el corazón, ni la espiritualidad…”. Para Elejalde, que en su día cursó estudios tan dispares como arte y electricidad, tiene una actitud reticente no solo hacia las nuevas generaciones, también hacia las nuevas tecnologías:
“Además me parece peligroso porque hay unas cosas que se llaman algoritmos que en seguida te clasifican así que si tú, que eres amarillo, y tú, que eres verde, preguntáis sobre una misma cosa Google os va a responder a ti una cosa, que es lo que tú quieres oír, y a ti otra. De ahí que haya gente tan confundida, ya que cada vez que se documenta — como ya le tienen cazado — se retroalimenta de lo que quiere oír y se cree que está en posesión de la verdad. Así surgen los negacionistas etc. Chico: sal de tu burbuja de internet. O cambia el algoritmo”.