ARCO (la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de España) ya ha abierto las puertas de su 42 edición con una gran oferta que pretende, principalmente, captar la atención de los coleccionistas internacionales en un año en el que crecen las galerías presentes y parece ser que será el año de la completa recuperación tras los anteriores, marcados por la pandemia. Son muchas las piezas expuestas este año en los pabellones de Ifema, entre las que se encuentran algunas de lo más exclusivas, como un Joan Miró de 2 millones de euros que, sin embargo, no es la pieza más cara.
La obra de mayor valor en ARCO, por el momento, es la escultura sin título de Eduardo Chillida hecha en acero, con un precio de 3’7 millones de euros, incluida en la actualidad en la galería Carreras Múgica de Bilbao. La escultura fue construida en 1998 y pesa 1’5 toneladas, por lo que para transportarla han necesitado una grúa especial que aguante su peso.
En la actualidad es una pieza que pertenece a un coleccionista privado y lo más probable es que, si se vende, pase a otro, ya que los museos cuentan con presupuestos más ajustados y, al haber cada vez más coleccionistas privados, han hecho que los precios de mercado se eleven. Aunque ahora su valor ronda los 3’7 millones, lo cierto es que se estima que el escultor la vendió por medio millón de euros, aumentado su valor con los años. Otra de sus esculturas, ‘Puerta de Libertad I’, tiene un precio de 2’4 millones de euros, así que tiene el top dos de las obras con los precios más altos.
La tercera pertenece a Joan Miró, con un cuatro de la década de los 60 titulado ‘La femme et l’oiseau’, de la Galería Mayoral, que está valorada en dos millones de euros. Otro oleo del artista, de un tamaño similar, también se encuentra en esta edición de ARCO por 1’6 millones de euros.
Entre otras de las creaciones de gran valor que estarán durante estos días se encuentra un Juan Gris de su etapa cubista, por 1’3 millones o un Fernand Léger de unos 900.000 euros, además de esculturas de Juan Muñoz que rondan los 800.000 euros o un dibujo de Richard Serra valorado en 700.000 euros. ¿Conseguirán venderlas todas?