La de Carmen Díez de Rivera es una de las historias más fascinantes e injustamente olvidadas de la Transición española. Ahora la figura de esta política pionera, feminista, independiente, luchadora y protagonista de una trágica historia personal es rescatada por Justo Tallón y Miguel Pérez colocándola en el centro de 'Carmen, nada de nadie', obra que se representa en el Teatro Español de Madrid hasta l 18 de febrero y que después seguirá de gira por España.
Mónica López es la actriz encargada de meterse en la piel de Carmen y de ir alternando los momentos álgidos de su intensa carrera política con los episodios íntimos que forjaron su carácter. Desde su etapa como jefa del Gabinete de la Presidencia del Gobierno de Adolfo Suárez -un puesto que hasta entonces ninguna mujer había desempeñado- hasta el impactante (y tardío) descubrimiento de ser la hija ilegítima de un ministro de Franco con cuyo hijo planeaba casarse, pasando por su vinculación con el rey Juan Carlos y el dirigente del Partido Comunista Santiago Carrillo.
Una vida azarosa, plagada de dualidades y contradicciones, y truncada prematuramente, pues murió de cáncer en 1999 a los 57 años. Aunque lo que más atrajo a López para aceptar protagonizar el proyecto fue que se enmarcase en la Transición, "esos días tan desprestigiados hoy". Hablamos con ella sobre un personaje y una época que merecen ser reivindicados.
¿Cómo te preparaste para meterte en la piel de Carmen Díaz de Rivera?
Leí todo lo que pude y vi documentales. Por ejemplo, 'El triángulo de la transición', de Ana Romero, 'El azar de la mujer rubia', de Vicent, 'Las dos memorias', de Semprún…
Las tres cosas que más admiras de ella
Admiro su valentía, su arrojo, su sinceridad, su compromiso.
Tres cosas por las que siempre debería ser recordada
Debería ser recordada por su respeto por la igualdad humana, por ser una figura de concordia y de consenso, y simplemente por haber sido borrada de la historia a pesar de su importancia política.
¿Qué supuso para ella ser una mujer adelantada a su época?
Por un lado sólo ventajas, porque estaba por encima de los demás (en inteligencia y capacidades) y eso la empoderaba. Por otro lado, fue envidiada, odiada y vilipendiada. Tuvo que ser muy duro.
¿Cómo crees que llevó la incomprensión y las suspicacias sobre sus méritos?
Imagino que su sentido de superioridad moral (y arrogancia) la hizo aguantar las presiones y suspicacias. Pero a nadie le gusta ser insultado ni víctima de especulaciones malvadas. Pero eso es y será la política de opereta.
¿Se sentía cómoda con la etiqueta de ‘musa de la Transición’ que le adjudicó Francisco Umbral?
No. Allí Umbral le hizo un flaco favor. La reducía a ser un simple florero pasivo, y ella nació para la acción, para influir activamente en la política.
¿Qué significó Adolfo Suárez en su vida? ¿Y el rey Juan Carlos?
No tengo ni idea. Imagino que se usaron mutuamente. El rey era un amigo de juventud, y he leído que se divertían juntos (llamaban a Arias Navarro “Snoopy”! Me tronché al saberlo!). Él se la impuso a Suárez en RTVE para que modernizara la televisión.
Con Adolfo empezaron como colaboradores allí, y él se la llevó como jefa de gabinete después. Ella tuvo que “limpiar” su imagen franquista, pero leí que acabó decepcionada, porque le consideraba mediocre…
¿Cómo fue su relación con sus padres?
Antes de enterarse de que iba a casarse con su hermano (por una infidelidad de su madre con Serrano Súñer), adoraba a ambos. Después de la crisis, al enterarse de todo se distanció de su madre. No tanto por su adulterio, que llegó a entender (“cómo se puede juzgar el amor?”), sino por la hipocresía social y la insensatez de no haberle dicho nada hasta el último momento. A su padre oficial siempre lo quiso por tratarla como si fuera su verdadera hija.
¿Qué impacto tuvo en ella enterarse de que su padre no era su padre y que su novio era su hermano?
Fue el detonante para querer morirse, para huir a África, para descubrir otra realidad, para entender la injusticia, para convertirse en la luchadora en la que se transformó.
¿Qué pensaría ella del actual momento político y social?
¿Cómo saber eso? Intuyo que se sentiría muy decepcionada del cinismo; de cómo hemos abrazado el capitalismo salvaje como si fuera el único sistema posible, como si fuera normal, de cómo las políticas no sólo no trabajan para que seamos todos iguales, sino que nos separan cada vez más. Creo que estaría desolada.
¿Qué representa Carmen para ti a día de hoy?
Una mujer imprescindible. Una mujer a reivindicar. Un ser humano consecuente en su contradicción. Levantar en palabras sus causas cada noche en un escenario es excitante.