Hopper pintó 'Nighthawks' en 1942, poco después del ataque japonés a Pearl Harbour, así que la respuesta a la pregunta, muy habitual, sobre ¿qué están pensando sus personajes' puede resultar incluso evidente: se trata de la recreación de un momento de ansiedad pero sobre todo de incertidumbre y de profunda melancolía y aislamiento. Un 'noctámbulo', después de todo, es una especie de desterrado de la sociedad, un sujeto del limbo, un náufrago.
El cuadro no sólo se hizo inmensamente popular -como Warhol, como Klimt, como Klee, Hopper parece haber alcanzado (algunos dirían, descendido) el estatus de pintor masivo- sino que la atmósfera que recrea, el ánimo que transmite, la disposición de sus elementos, han influido notablemente en el pop: hay versiones de los Simpson de 'Noctámbulos', hay afiches de CSI que homenajean 'Noctámbulos', hay un capítulo de 'That 70's Show' que termina como 'Noctámbulos. La lista sigue.
Hay una historia, sin embargo, que suele pasar desapercibida cuando se habla de la importancia del cuadro en el arte americano, y cuando se habla de la importancia de Hopper en general. Y tiene que ver con 'la mujer de rojo', que parece mirar, pensativa, un objeto -¿una bolsita de té? ¿un sobre de azúcar? ¿una caja de cerillas?- y que parece representar en si misma la infinita melancolía de ese restaurante a media noche en el que ninguno de los cuatro personajes cruza la mirada con otro. ¿Quién es la misteriosa mujer que está, al parecer, acompañada, pero a la vez tan radicalmente sola?
Según contaba Clara González Freyre en su sección Figurantes, del programa 'El gallo que no cesa' (RNE), la persona que inspiró a 'la mujer de rojo' y, en realidad, a casi todas las mujeres en los cuadros de Hopper, no sería otra que su esposa, Josephine Nivison. "Todas son representaciones de ella", asegura la experta. Lo trágico, y si algo hace la tragedia es resignificar las obras de arte, es que Nivison era ella misma una destacada artista hasta que, como solía ocurrir en tiempos pasados, se casó con Hopper y pronto pasó a postergar su propia obra en benefició de la de su marido. "Si en el mundo del arte solo hay hueco para uno de los dos, que sea para él", habría dicho en alguna ocasión.
Nivison, sin embargo, no habría sido una voluntaria 'sacrificada' por el arte de Hopper, sino que el propio pintor habría socavado su identidad como artista, despreciado su talento relegándola a labores casi de asistente y hasta prohibiéndole conducir, siendo ella una autora muy identificaba con el paisaje. Además, Josephine no solo le daba sus ideas sino que le ayudaba con la paleta de colores y se dice que incluso fue ella la que tituló el célebre cuadro como 'Nighthawks'.
Sin duda es una nueva manera de entender a la pareja central del cuadro, acodados juntos en medio de la noche, a kilómetros de distancia.