Admitámoslo, 'El beso', la pintura más reconocible del pintor austriaco Gustav Klimt (1862-1918), es carne de camisetas, pósters con slogans que rayan en lo cursi e imanes para la nevera. También es una obra maestra, claro. Pero lo cierto es que es de 'esas' obras maestras que de tan populares a veces dejamos de ver o valorar en su verdadera dimensión.
Precisamente sobre volver a 'ver' una de las obras cumbres del simbolismo es que trata 'Klimt & The kiss', cinta estrenada hoy 30 de octubre en cines el Reino Unido, como parte del ciclo Exposición en Pantalla. El documental es rico en información sobre el contexto de la obra, su ejecución, sus primeras exhibiciones y su célebre autor, Klimt, un alma singular, miembro egregio de la llamada 'Secesión vienesa', junto a artistas de la talla de Schiele o Kokoschka. Y una especie de sátiro ilustrado aficionado al Art Noveau, al erotismo y a la utilización del pan de oro como recurso pictórico.
A pesar de lo cual -y de los 14 hijos que tuvo- era una persona sumamente reservada. “Estoy seguro de que, como persona, no soy particularmente interesante. No tengo nada especial. Soy un pintor que trabaja día tras día de la mañana a la noche, más que todo en retratos -decía- Quien quiera saber algo sobre mí, debe observar cuidadosamente mis obras”. Algunos de esos retrataos eran, se dice, de adolescentes de que clase baja a las que llevaba a su estudio para pintarlas desnudas.
'El beso' -un óleo con laminillas de oro y estaño sobre lienzo de 180 x 180 centímetros, realizado entre 1907-08-, representa a una pareja en actitud 'romántica' y apasionada y se intuye en el cuadro cierta influencia japonesa. La pareja está al borde lo que podría ser un abismo. La figura dominante (masculina) tiene, sin embargo, la mano aferrada a la garganta de la figura claramente dominada (femenina), que además se muestra desfallecida. Y esta escena, poderosa e hipnótica, con sus posibles sombras intrínsecas es también motivo de reflexión en el documental. ¿Hay algún tipo de violencia en ella? ¿Y no la hay, en cierta medida, en todo arrebato apasionado?
"La pintura es “un monumento a un acto particular -dice, por ejemplo, Iván Ristić, curador del Museo Leopold de Viena, quien se hace una serie de preguntas desde una perspectiva contemporánea- ¿Quién es el que realmente quiere esto? ¿Cuál es el destino de este amor? ¿Es siquiera amor?". En el mismo sentido la periodista e historia del arte Eliza Goodpasture sostiene en The Guardian que se trata de "una escena extraña. A primera vista parece romántico y alegre, pero cuanto más lo miras, más oscuro se vuelve". Así mismo, se pregunta si hay algo dominante y violento en el abrazo de la figura masculina. "Y hay algo impotente, desesperado, casi patético en la mujer. ¿Está inconsciente o tiene los ojos cerrados de felicidad? ¿Está devolviendo el abrazo al hombre o intentando quitarle las manos?", se pregunta.
¿Cancelación a la vista como otras que ya han 'sufrido' algunos cuadros de Picasso, por ejemplo? No parece ser el caso. Se trata más bien de una exploración constante de las diversas capas que puede tener una obra de arte. No es para asustarse. ¿Se imaginan si 'leemos' 'El jardín de las delicias' con ciertos criterios estrictamente contemporáneos? No, no acabamos nunca.